Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el Espíritu es contra la carne; y ésto se opone entre sí, para que no hagáis lo que quisieres Gal. 5:17
La guerra que comenzó en el Edén entre el bien y el mal está adecuadamente descripta por Pablo en nuestro texto. ¡Cuán cierto es que en esta lucha, no hay licencia para ningún soldado! Mientras dure la vida estaremos empeñados en el conflicto en el cual está en juego nuestra vida eterna.
Tenemos dos campañas distintas en este conflicto. Satanás usa todos los medios posible para evitar que los cristianos se entreguen al poder del Espíritu Santo.
Los placeres del mundo y la mundanalidad son presentados ante los hijos de Dios, y es difícil resistirse a ellos. Generalmente no pueden ser vencidos con la fuerza personal. Casi siempre hay un vicio o hábito más arraigado que los demás.
Satanás sigue fomentando ese hábito. No le importa cuántos pecados venzamos mientras pueda seguir teniendo firmemente asida a la victima con un solo pecado de la carne, por lo menos. Sabe que un solo pecado acariciado mantendrá a su victima fuera del reino de Dios.
Hablo por experiencia, la lucha es a muerte. Hubo un tiempo cuando el conflicto entre la carne y el Espíritu hizo crisis. Uno a uno los hábitos de la carne sucumbieron bajo el poder del Espíritu Santo.
Luego vino la lucha más difícil. La madre de todas las batallas, el vicio que durante muchos años, pero muchos años, el Espíritu de Dios estaba contendiendo día tras día, mes tras mes, años tras años. Trate de vencer con mis propias fuerzas, pero caía más abajo del agujero profundo de la vida.
Llego un momento de la vida, que me arrodille y con lagrimas en mis ojos clame: Dios mio, Dios mio, ¡libérame yo na puedo más! Dios en su gran misericordia gano mi batalla.
El Espíritu Santo medio la victoria. Muchos tienen aun el vicio del tabaco, el café, y algunos la drogas. Sabemos que Satanás tienen más campañas contra los hijos de Dios, y trata reconquistar para sus filas a los que han contrariado sus planes y han sido llenados con el Espíritu de Dios.
Los tienta en sus puntos débil. Oremos los unos por los otros para obtener la victoria final.
Debemos de depender del Espíritu Santo, pedirlo constante mente, es una promesa que nos dio Jesús antes de partir a los cielos.
Todo lo que Pidieres en mi nombre, esto haré (Jun. 14:13) Hay muchas promesas que dice: Deut,31:6,18; Heb. 13:5; Josué.1:9; 1º Ped.5:7; Heb. 13:6; Isa. 41:13, 14; 40:29-31; Heb. 4:16. Ese es nuestro Dios. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en el Señor Jehová está la fortaleza de los siglos. Amen.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica.
La
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