Y por el vestido, ¿por qué os afanáis?
Considerar los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así
como uno de ellos. Mat. 6:28, 29.
Los grandes reyes de este mundo vistieron ropas de seda y con gran esplendor sobre su trono.
Toda esta elegancia y derroche de vestimenta no podía compararse en su esplendor artificial, a la inmaculada belleza de los lirios modelados por la mano divina.
Esto es un ejemplo de la importancia que el Creador de todo lo hermoso le da a lo artificial en comparación con la naturaleza.
Dios nos ha dado todas estas bellezas como expresión de su infinito amor, para que tengamos vislumbre correcta de su carácter.
No debemos adorar las cosas de la naturaleza, pero en ellas debemos leer el amor de Dios.
La naturaleza es un libro abierto y de su estudio podemos obtener un conocimiento del Creador y ser atraídos a él por las cosas útiles y hermosas que ha provisto con tanta prodigalidad para hacernos felices.
“Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así.
¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mat. 6:30,31).
Experimentamos mucha ansiedad innecesaria en cuanto al futuro, respecto a lo que comemos y beberemos y con que nos vestiremos.
La fatiga y la preocupación en cuanto a la ostentación innecesaria produce mucho cansancio e infelicidad y acorta nuestra vida.
Nuestro Salvador quisiera que no sólo discerniéramos el amor de Dios desplegado en la hermosura de las flores que nos rodean, sino que quisiera que de ellas aprendiéramos lecciones de sencillez y de perfecta fe y confianza en nuestro Padre celestial. . .
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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La
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