Las vidas de algunos carecen de paz y alegría porque nunca salen del círculo del yo. Siempre están requiriendo la simpatía de los demás. Si trataran de ver cuán útiles pueden ser, y quisieran pronunciar palabras de amor y de ánimo, sus almas, secas y tristes ahora, se convertirían en un jardín bien regado.
Cuando ellos [los niños y jóvenes] pierden el dominio propio y dicen palabras coléricas, una actitud de silencio es a menudo la mejor conducta, en vez de recurrir a reproches, disputas o condenación. Pronto vendrá el arrepentimiento. El silencio, que es de oro, será muchas veces más eficaz que todas las palabras que se pudieran decir.
Cuando los demás manifiestan impaciencia e irritación, y se quejan porque su yo no ha sido subyugado, empezad a cantar algunos de los himnos de Sión. Mientras Cristo trabajaba en su banco de carpintero, se veía a veces rodeado de otras personas, que procuraban impacientarle; pero él entonaba algunos de los hermosos salmos, y antes de que los demás se dieran cuenta de lo que hacían, cantaban con él, como bajo la influencia del poder del Espíritu Santo que se sentía allí.-HAd 402. 91
G. W.
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