lunes, 5 de febrero de 2024

ÉL ES LA ROCA DE LA SALVACIÓN

Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová” Deut.34:5.

Para muchos hombres y mujeres de este mundo, hay cosas en la Biblia que a su vista son incompresibles.

Una de ellas es la resurrección de los muertos en el día del juicio. Pero si creen que los que mueren van al cielo. ¿Cómo es posible esto?

La palabra de Dios (Biblia) es congruente al respeto. “El alma que pecare morirá” (Gén. 2:17).

Dios creó al hombre para la gloria divina, para que después de pasar por la prueba y la aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la familia celestial. 

El propósito de Dios era repoblar el cielo con la familia humana, si hubiera demostrado obediencia a cada palabra divina.

Adán habría de ser probado para ver si iba a ser obediente, como los ángeles, o desobedientes como lo fueron los ángeles que sirven a Satanás.

El punto focal es la obediencia a Dios. Adán tenía que modelar su carácter a través de los años y demostrar a Dios y al universo que era digno de estar en la presencia de Dios.

Las últimas palabras de Moisés fueron: Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud: Dios es la verdad, y no hay ninguna iniquidad; justo y recto es Él (Deut.32:4).

La roca sólida, la montaña elevada y la cadena de cerros sugieren muchos de los atributos de Dios. Los “collados eternos nos hace pensar en la eternidad (Sal. 90:2).

El pecado de Adán, dejó una mancha tan oscura en el universo, que solo Cristo la pudo borrar. 

Moisés pudo gozar de esa divina promesa, y resucitó por su amor que demostró a Dios.

Todos los que sean fieles al Señor, serán transformados en un abrir y cerrar los ojos.

Juan tuvo esa revelación cuando dijo: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía mas. 

Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido (Apc. 21).

La gran pregunta que todos nos debemos hacer es: ¿Quiero estar en esa ciudad con mi Dios? Si fuere afirmativa, solo tenemos que hacer lo que Moisés hizo. 

La fidelidad a los requerimientos de Dios, son indispensables si queremos estar con nuestro Dios

MARANATA.

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