lunes, 4 de marzo de 2019

LA EMOCIÓN DE PERTENECER A JESÚS.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar ota vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción,por el cual clamamos: ¡Abba Padre! Roma. 8:15
Vivimos en un mundo donde no hay esperanza para el hombre, ya que el no cree en nada sólo en el poder de su mano. Muchos no hayan consuelo en las cosas de este mundo, y buscan otros alicientes que puedan llenar su vida vacía. 

No hay nada que temamos como el hecho de ser pasados por alto o ignorados ante una sociedad que solo busca sus propios placeres. Estas personas quedan “huérfanos” esto significa estar sin padre y madre, y abandonados a su suerte. 

No hay nada que temamos tanto como el hecho de ser pasados por alto a la hora en que la humanidad elige a sus amistades. El Espíritu Santo llama a las personas que se sienten apartadas de la sociedad de este mundo, cierto es que todos somos llamados, pero poco son los escogidos. 

Cristo llama a los más débiles de este mundo, los que sufren y son desechados por la sociedad. Todos son llamados, pero la decisión es de la persona. 
Los que tienen vista espiritual reconocerán rápidamente que no existe condición más traumática que la de estar sin un Padre celestial. 

La enorme fealdad de la condición humana revela que la orfandad espiritual es por lejos más que una nube emocional pasajera. 


Es una causa real de miseria, pesar y destrucción. Pablo nos dice que cuando el Espíritu Santo actúa y se introduce en lo más profundo de tu corazón y mente. 

Dios no es renuente a darnos el Espíritu, Dios es bueno y benevolente, más de lo que podemos serlo nosotros, aun con nuestros hijos. 
Nuestra intercesión persistente no hace cambiar de opinión a Dios. Nuestra oración nos cambia a nosotros y nos lleva a la presencia de Dios. 

La oración no baja a Dios a nuestro nivel, sino que nos eleva hacia él. Nuestra oraciones silenciosas en lo más profundo del corazón son oídas por Dios, revela nuestra determinación y nos preparan para recibir las bendiciones. 

Cuando Dios resuelve nuestro problema del pecado en nuestra vida. 

El va a la raíz del asunto Cristo nos reclama como suyos; nos adopta; envía a su Espíritu Santo para decirnos que “nos ama y que somos hijos de Dios” y que somos herederos del reino celestial (Rom. 8:16-17).

Algunas personas piensan que la libertad consisten en poder hacer lo que uno quiera,cuando quiera y de la manera que lo quiera. 

Bajo la perspectiva cristiana esto no es correcto, y el Espíritu Santo no puede ejercer su influencia en el cristiano, y se aleja. Reconocer nuestra situación y ponernos en manos de Aquel que nos puede salvar para la vida eterna. 
MARANATA.
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