IMPOSICIÓN DE MANOS.

Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Hech. 8:17
Felipe había realizado una excelente obra para Dios en Samaria, y los hermanos de Jerusalén enviaron a Pedro y a Juan para que se unieran a ellos. 

Oraban para que los nuevos creyentes recibieran el Espíritu Santo. 

Dios respondió esa oración, y cuando los apóstoles les impusieron las manos, quedaron llenos del Espíritu Sato. Como entonces, hoy es un momento crucial en la historia de la Iglesia. Necesitamos orar en procurar pedir el poder del Espíritu Santo. 

Sabemos que no va avenir sobre todos los miembros de la iglesia, sin o que va ha ser individual. Y nos llenara co n su poder viviente/ para afrontar el desafió de esta hora tan cruciales en la que vivimos. 

Danos oh Señor un corazón pleno para impartir a los hombres la preciosa verdad que les hará libres. Vivimos momentos de incertidumbre y angustia. 

La palabra debe ser llevada a los pueblos, ciudades, caminos Islas y a las aldeas más remotas, prediquemos vez tras vez la Palabra de Dios. 

De casa en casa, de lugar en lugar, y llevando la preciosa semillas de esperanza en Cristo a los hombres y mujeres.  

En el estado de Nevada hay minas de oro “invisible” . El escombro de las minas son cargados en camiones de 30 toneladas. 

En cada camión hay 300 g. de oro. La carga de un camión produce 400 $ de oro.  En un día son procesados novecientos caminos, lo que hace productiva la empresa.   

El Espíritu Santo, es como el oro, es invisible. Ningún hombre puede ver el Espíritu Santo. 

Sin embargo está aquí, para todo aquellos que lo desee. Jóvenes, mayores, y ancianos, solo hay una condición, pedirlo. Así como el oro en los escombros abandonados en las minas, es “invisible” una vez refinado, tiene poder económico en el mundo, también el 

Espíritu Santo tiene poder que puede refinarnos, tamizar la mundanalidad que hay en nosotros, y limpiarnos del pecado.   

Nos hace valiosos a los ojos de Dios, y como el oro, cuanto más seamos usados, más pulimento tendremos. 

Y este gran refinamiento reflejara la gloria del cielo. ¿Permitiremos que las manos de Dios nos toque ahora, y nos llene de su Espíritu Santo? Oremos por el derramamiento del Espíritu Santo.

Maranata

Luis José de Madariaga.

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