Y
les dijo: Mirad, y guardaros de toda avaricia; porque la vida del
hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (Luc.
12:15).
La vida de un hombre no se valora por lo que tiene, sino
por lo que es.
Durante la vida del Sir Francisco Drake, uno de sus
hombres se quedo en tierra y allí perdió su espíritu combativo y
prosperó. Por eso se compareció de uno de sus vecinos que se dio a
la mar con Drake pero en su viajes el hombre no había prosperado en
vienes materiales.
-Este
hombre que se quedo en tierra ya aburguesado por una sociedad
un
poco irónica, dirigiéndose a su vecino le dijo: No has aprovechado
muchos estos años, las cosas no te han ido bien.
-No,
contesto el hombre, lo cierto es que no he provechado bien mi tiempo.
He pasado mucho frio, hambre, he estado en naufragios , he sufrido
tremendas angustias, pero he estado con el más grande capitán que
haya cruzado los mares.
La avaricia puede definirse como un deseo desmedido por las cosas materiales, especialmente de las que pertenece a otro. Lo que más necesita el hombre no es un sueldo mejor o mayores ganancias. Necesita un cambio de corazón y de pensamiento que lo conduzca a buscar "primeramente el reino de Dios y su justicia".
Dios pide a todos los que quieren amarle y servirle que consideren las cosas materiales de la vida en su verdadera perspectiva, y que las subordinen a las cosas de valor eterno (Mt. 6.24-34; Jun. 6:27).
Es
raro que un cristiano pueda computar su fortuna en términos de
bienes materiales, aunque ocasionalmente algún rico ponga la perla
de gran precio por encima de todo lo demás. La riqueza y la
espiritualidad no se excluyen mutuamente.
Así lo declara la
palabra de Dios, en los caso de José de Arimatea y de Nicodemo. Que
con su aportaciones mantuvieron la iglesia en el primer siglo. Sin
embargo es bien sabido que la mayoría de los seguidores del Maestro
están entre los más pobres.
La palabra de Dios dice: “Gran
multitud del pueblo le oía de buena gana”. Con frecuencia el
cristiano es
mofado debido a su aparente falta de bienes materiales.
Hay
quienes concluyen que la vida cristiana no es digna de vivirse en
esta vida de los requisitos de las Escrituras que restringen el
comportamiento, pero sabemos cuales son las verdaderas riquezas y
pasamos la vida con el más grande Capitán que haya cruzado el mar
de la existencia.
“El
cuidado del Señor se extiende a todas sus criaturas. El ama a todos
y no hace acepción de personas, si bien mira con la más tierna
compasión a los que llevan las cargas más pesadas de la vida. Los
hijos de Dios han de soportar pruebas y dificultades.
Pero
deben aceptar su suerte con espíritu animoso, teniendo presente que
por todo aquello que el mudo les niega, Dios los resarcirá
colmándolos de sus más preciosos favores” ( LC. 120).
Maranata.
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