
Hay hermosura en la pavorosa grandeza del valle, en las solemnes y macizas rocas agrietadas; hay majestad en las montañas que parecen tocar el cielo. Ahí están los elevados ár
Todos orientan la mente hacia el Dios grande y viviente. Cada facultad de nuestro ser testifica de que hay un Dios vivo, y podemos aprender del libro abierto de la naturaleza las lecciones más preciosas respecto del Señor del cielo.
En este estudio la mente se expande, se eleva y se torna deseosa de conocer más acerca de Dios y de su majestad. En nuestro corazón se despiertan sentimientos no sólo de reverencia y pavor, sino de amor, de fe, de confianza y de completa dependencia de Aquel que es el dador de todo bien.
Y cuando conte

Toda la grandeza y la gloria de estas maravillosas cosas que hay en la casa de Dios pueden apreciarse tal como son, en la mente, asociadas con Dios y el futuro hogar que él está preparando para aquellos que le aman... Mientras hablamos abundantemente de otros países, ¿por qué hemos de ser reticentes respecto del país celestial y de las casas que no son edificadas con mano que están en los cielos?
Este país celestial es de más importancia para nosotros que cualquier otro país del globo, por lo tanto deberíamos pensar y hablar de este país celestial. ¿Y por qué no habríamos de conversar más sinceramente, y con nuestra mente orientada por lo celestial, acerca de los dones de Dios manifestados en la naturaleza?...
Estas cosas han de mantener a Dios en nuestro recuerdo, elevar nuestros corazones de las cosas sensuales, y atarlos con vínculos de amor y de gratitud a nuestro Creador.
E. G. W.
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