jueves, 25 de noviembre de 2010

ARTIMAÑAS DE SATANÁS.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. (1 Ped. 5: 8.)

No es seguro el confiar en sentimientos o impresiones: estos son guías indignos de confianza. La ley de Dios es la única norma correcta de conducta. El carácter ha de juzgarse por esta ley. Si uno que busca la salvación preguntara: "¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?", los maestros modernos de la santificación le responderían: "Sólo cree que Jesús te salva".

Pero cuando a Cristo se le hizo esta pregunta, él dijo: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?" Y cuando el que preguntaba contestó: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,... y a tu prójimo como a ti mismo" , Jesús le dijo: "Bien has respondido; haz esto, y vivirás" (Luc. 10: 26-28).

No se da ningún valor a una mera profesión de fe en Cristo; sólo el amor que se muestra en las obras se tiene por amor genuino... El egoísmo escondido de los hombres aparece en los libros del cielo... Harto tristes son los apuntes que los ángeles llevan al cielo.

Seres inteligentes que profesan ser discípulos de Cristo están absorbidos por la adquisición de bienes mundanos, o por el goce de los placeres terrenales. El dinero, el tiempo y las energías son sacrificados a la ostentación y al egoísmo; pero pocos son los momentos dedicados a la oración, al estudio de las Sagradas Escrituras, a la humillación del alma y a la confesión de los pecados.

Satanás inventa medios sinnúmero para distraer nuestras mentes de la obra en que precisamente deberíamos estar más ocupados. El archiseductor aborrece las grandes verdades que hacen resaltar más la importancia de un sacrificio expiatorio y de un Mediador todopoderoso. El sabe que para él todo está en distraer las mentes de Jesús y de su obra.

Los que desean participar de los beneficios de la mediación del Salvador, no deberían consentir en que nada interfiera para impedirles cumplir con su deber de perfeccionarse en la santificación en el temor de Dios.

E. G. W.

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