El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel, y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Luc. 16:10.
La vida no está hecha únicamente de cosas grandes; son las cosas pequeñas las que forman la suma de la felicidad de la vida o de sus miserias. Son las pequeñas cosas de la vida las que revelan el verdadero carácter de una persona. Oh, si todos los jóvenes y los adultos pudieran ver, como yo he visto, el espejo de la vida de las personas que se presenta delante de ellas, considerarían con más seriedad los pequeños deberes de la vida. Cada error, aunque parezca sin importancia, deja una cicatriz en esta vida y una mancha en los registros celestiales.
La vida está llena de quehaceres que no son agradables, pero todos estos deberes ingratos serán hechos agradables cuando se ejecutan gozosamente porque es lo correcto. Si se toma interés en las obligaciones que se deben cumplir, y uno se esfuerza por hacerlas con el corazón, se tornarán placenteras hasta las más fastidiosas.
Hay muchos que desdeñan los pequeños acontecimientos de la vida, los pequeños actos que deben realizarse cada día; pero estas cosas no debieran considerarse insignificantes, porque toda acción se realiza para el beneficio o el daño de algún otro... Nos ponemos en el lado correcto únicamente obrando de acuerdo con los principios de la Palabra de Dios que rigen las pequeñas transacciones de la vida. Somos probados por estos pequeños incidentes, y se estimará nuestro carácter por lo que fuere nuestra obra.
Lo que le proporciona a la vida la mayor belleza y lo que da el éxito es la concienzuda atención a lo que el mundo llama cosas pequeñas.
Pequeñas obras de caridad,
pequeñas palabras de bondad,
pequeños actos de abnegación,
un sabio aprovechamiento de las oportunidades,
un diligente cultivo de los pequeños talentos,
hacen a los hombres grandes a la vista de Dios.
E. G. W.
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