
Esa perfección de carácter que el Señor requiere es la preparación de todo el ser como un templo para la morada del Espíritu Santo. Dios no aceptará nada menos que el servicio de todo el organismo humano. No basta poner en acción algunas partes de la maquinaria viviente. Todas las partes deben trabajar en armonía perfecta, o el servicio será deficiente. Así es como el hombre es calificado para cooperar con Dios representando a Cristo ante el mundo. Así Dios desea preparar a un pueblo que esté delante de él puro y santo, para poder introducirlo en la sociedad de los ángeles celestiales.
Se nos ha confiado el mensaje más solemne dado alguna vez al mundo, y el objeto que debe mantenerse clara y distintamente ante nuestras mentes es la gloria de Dios. Cuidemos de no hacer nada que debilite nuestra salud física, mental o espiritual, porque Dios no acepta un sacrificio manchado, enfermo y corrompido. Debemos ejercer cuidado en el comer, en el beber y en el trabajar, para no rebajar nuestra eficiencia...
Es nuestro deber adiestrar y disciplinar el cuerpo a fin de rendir al Maestro el servicio más elevado posible. No debemos dejarnos controlar por las inclinaciones. No debemos d

El sagrado templo de nuestro cuerpo debe mantenerse puro y sin contaminación, para que el Espíritu Santo de Dios more en él.
E. G. W.
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