Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Luc. 14:27.
Es demasiado cierto que la gran masa que posee habilidad y talento no elige viajar por el camino cristiano. ¿Son su talento y su habilidad demasiado preciosos para dedicarlos al Dador, al Señor del, cielo y la tierra?...
Muchos serían seguidores de Cristo si él descendiera de la cruz y se presentara ante ellos en la forma en que ellos desean. Si viniera con riquezas y placeres, muchos lo recibirían alegremente, y se apresurarían a coronarlo como el Señor de todo. Si sólo pusiera a un lado su humillación y sus sufrimientos y exclamara: "El que quiere venir en pos de mí, agrádese a sí mismo y goce del mundo y será mi discípulo", multitudes creerían en él.
Pero el bendito Jesús no vendrá a nosotros en ninguna otra forma, sino como el manso y humilde crucificado. Debemos participar de su abnegación y sufrimientos aquí, si queremos tomar la corona en el más allá...
La Palabra de Dios no ha ensanchado el camino angosto, y si las multitudes han encontrado un camino donde pueden llevar una forma de piedad y no llevar la cruz o sufrir tribulación, han encontrado un camino por donde nuestro Salvador no anduvo y siguen otro ejemplo que no es el que Cristo nos dejó. ¿No es suficiente que Jesús haya dejado la felicidad y la gloria del cielo, que haya llevado una vida de pobreza y de profunda aflicción, y que haya muerto de una muerte cruel y vergonzosa para proporcionamos los gozos de la santidad y el cielo? ¿Y podría ser que nosotros, los objetos indignos de una condescendencia y un amor tan grandes, busquemos una parte mejor en esta vida de la que se le dio a nuestro Redentor?
¡Cuán fácil sería el camino que lleva al cielo si no exigiera la abnegación o la cruz! ¡Cómo se apresurarían los mundanos a correr hacia el camino, y cómo viajarían los hipócritas por él en número incontable! Gracias a Dios por la cruz y por la abnegación. La ignominia y la vergüenza que nuestro Salvador soportó por nosotros no son demasiado humillantes para aquellos salvados por la redención de su sangre. Verdaderamente el cielo resulta barato.
E. G. W.
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