martes, 30 de noviembre de 2010

NUESTRO INTERCESOR PERSONAL.


¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Rom. 8: 34.

El Señor Jesús es su intercesor personal... Repita una y otra ves, muchas veces, durante el día: "Jesús murió por mí. Me vio en peligro, expuesto a la destrucción, y derramó su vida por salvarme. El no contempla sin sentir compasión al alma postrada a sus pies como un temeroso suplicante, y no dejará de alzarme".

El llegó a ser el Ahogado del hombre. Ha levantado a los que creen en él y ha puesto un tesoro de bendiciones a su disposición. Los hombres no pueden conceder una sola bendición a sus semejantes, no pueden quitar una sola mancha de pecado. Lo único que en verdad vale son los méritos y la justicia de Cristo, pero esto nos es acreditado con rica plenitud. Podemos acercarnos a Dios en cualquier momento. Al hacerlo él contesta: "Heme aquí'.

Cristo mismo se proclama nuestro Intercesor. El quisiera hacemos saber que se comprometió bondadosamente a ser nuestro Sustituto. El pone sus méritos en el incensario de oro para ofrecerlos con las oraciones de sus santos, de manera que éstas se mezclen con los fragantes méritos de Cristo y asciendan al Padre en la nube de incienso.

El Padre oye cada oración de sus hijos contritos. La voz de súplica de la tierra se une con la voz de nuestro Intercesor que implora en el cielo, cuya voz el Padre siempre oye. Asciendan, pues, continuamente a Dios nuestras oraciones. No suban ellas en el nombre de algún ser humano, sino en el nombre de Aquel que es nuestro Sustituto y Garantía. Cristo nos ha dado su nombre para que lo usemos. El dice: "Pedid en mi nombre"...

Jesús lo recibe y le da la bienvenida como su amigo personal. El lo ama y ha prometido abrir para usted todos los tesoros de su gracia para que sean suyos. Le dice: "En aquel día pediréis en mi nombre..., pues... habéis creído que yo salí de Dios" (Juan 16:26-27). Virtualmente está diciendo: Haced uso de mi nombre, y esto será vuestro pasaporte al corazón de mi Padre, y a todas las riquezas de su gracia.

E. G. W.

lunes, 29 de noviembre de 2010

ANGELES EN EL HOGAR.

Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sal. 91:11-12.

Los ángeles de Dios están velando sobre nosotros. En esta tierra hay miles y decenas de miles de mensajeros celestiales enviados por el Padre para impedir que Satanás obtenga alguna ventaja sobre aquellos que se niegan a caminar en el sendero del mal.

Y estos ángeles que guardan a los hijos de Dios en la tierra están en comunicación con el Padre en el cielo. "Mirad que no menospreciéis a uno de estos, pequeños -dijo Cristo- ; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mat. 18: 10).

Dificilmente nos damos cuenta de que hay ángeles a nuestro alrededor; y esos preciosos ángeles, que ministran a aquellos que serán herederos de salvación, nos están salvando de muchísimas tentaciones y dificultades. Toda la familia del cielo está interesada en las familias de la tierra; y cuán agradecidos deberíamos ser por este interés manifestado hacia nosotros día y noche.

Las palabras impacientes y poco bondadosas que pronunciamos en nuestros hogares son oídas por los ángeles; ¿queréis encontrar en los libros del cielo el registro de las palabras impacientes y apasionadas que habéis expresado en vuestra familia? La impaciencia trae al enemigo de Dios y del hombre a vuestra familia y echa a los ángeles de Dios.

Si estáis viviendo en Cristo, y Cristo en vosotros, no podéis hablar palabras airadas. Padres y madres, os suplico por el amor de Cristo que seáis bondadosos, tiernos y pacientes en vuestros hogares. Entonces entrará la luz y la claridad del sol en vuestras casas y sentiréis que los rayos brillantes del Sol de justicia están realmente brillando en vuestros corazones.

La ausencia de las gracias del Espíritu de Dios deja al hogar lleno de tinieblas e infelicidad. Vuestro hogar debería ser un santuario bendito donde Dios pueda acudir y donde sus ángeles santos puedan ministraros. Si manifestáis impaciencia y aspereza el uno hacia el otro, los ángeles no podrán ser atraídos hacia vuestro hogar; pero donde moran el amor y la paz, estos seres celestiales se deleitan en venir y traer aun más de la santa influencia del hogar de arriba.

E. G. W.

domingo, 28 de noviembre de 2010

LE ACTO DE FE


Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Heb. 11:1.

La fe no es la base de nuestra salvación, pero es la gran bendición: el ojo que ve, el oído que oye, los pies que corren, la mano que aferra. Es el medio, no el fin. Si Cristo dio su vida para salvar a los pecadores, ¿por qué no habré yo de recibir esa bendición? Mi fe la aferra, y así mi fe es la certeza de las cosas que se esperan, la convicción de lo que no se ve. Así confiando y creyendo, tengo paz para con Dios por el Señor Jesucristo.

La fe, la fe salvadora... es el acto del alma por el cual el ser entero es entregado a la custodia y la dirección de Jesucristo. El mora en Cristo y Cristo mora en el alma por la fe suprema. El creyente confía su alma y su cuerpo a Dios, y puede decir con certeza: Cristo puede guardar lo que yo le he confiado para aquel día. Todos los que hagan esto serán salvados para vida eterna. Habrá una seguridad de que el alma está lavada en la sangre de Cristo y vestida de su justicia, y es preciosa a la vista de Jesús.

Recuerde que el ejercicio de la fe es el único medio de preservarla. Si usted se queda sentado siempre en una misma posición, sin moverse, sus músculos perderán su fuerza y sus miembros la capacidad de moverse. Lo mismo ocurre en cuanto a su experiencia religiosa. Debe tener fe en las promesas de Dios... La fe se perfeccionará en el ejercicio y en la actividad.

Es de la mayor importancia el que rodeemos al alma con la atmósfera de la fe. Cada día estamos decidiendo nuestro destino eterno en armonía con la atmósfera que rodea al alma. Somos individualmente responsables por la influencia que ejercemos, y nuestras palabras y acciones producirán resultados que no vemos.

Si Dios estaba dispuesto a salvar a Sodoma por amor a diez justos que vivieran en ella, ¿cuál no sería la influencia benéfica que podría ejercerse como resultado de la fidelidad del pueblo de Dios, si cada uno que profesa el nombre de Cristo estuviera igualmente vestido con su justicia?

E. G. W.

sábado, 27 de noviembre de 2010

UNA FE QUE OBRA.

Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. Fil. 3: 9.

Una cosa es leer y enseñar la Biblia, y otra cosa es tener mediante la práctica, injertados sus principios de vida y de santidad en el alma... "Por gracia sois salvos por medio de la fe" (Efe. 2: 8). La mente debería educarse para que ejerza la fe y no para que abrigue la duda, la suspicacia y los celos.

Estamos demasiado inclinados a considerar los obstáculos como imposibles de superarse. El tener fe en las promesas de Dios, el avanzar por fe sin dejarse dominar por las circunstancias es una lección dura de aprender, y sin embargo es una necesidad impostergable para cada hijo de Dios el aprender esta lección. Debe cultivarse siempre la gracia de Dios mediante Cristo porque nos es dada como la única manera de acercarnos a Dios...

La fe mencionada en la Palabra de Dios exige una vida en la cual la fe en Cristo sea un principio activo y viviente. Es la voluntad de Dios que la fe en Cristo se perfeccione por las obras. El une la salvación y la vida eterna de los que creen con estas obras, y mediante éstas provee para que la luz de la verdad vaya a toda nación y pueblo. Este es el fruto de la operación del Espíritu, de Dios.

Mostramos nuestra fe en Dios obedeciendo sus órdenes. La fe siempre se expresa en palabras y acciones. Produce resultados prácticos, porque es un elemento vital de la existencia. La vida que está modelada por la fe desarrolla un propósito de avanzar, de ir adelante siguiendo las pisadas de Cristo.

Hemos sido tomados como piedras ásperas de la cantera del mundo por medio de la cuchilla de la verdad y colocados en el taller de Dios. Aquel que tiene una fe genuina en Cristo como su Salvador personal, encontrará que la verdad logra una obra definida para él. Su fe es una fe que obra... No podemos crear nuestra fe, pero podemos colaborar con Cristo en la tarea de promover el crecimiento y el triunfo de la fe.

La fe que obra por el amor y purifica el alma produce frutos de humildad, paciencia, tolerancia, longanimidad, paz, gozo y obediencia voluntaria.

E. G. W.

viernes, 26 de noviembre de 2010

NUESTRO EJEMPLO EN LA OBEDIEMCIA.

Dejar los malos habitos:
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca. 1 Ped. 2:21-22.

Ante nosotros está la maravillosa posibilidad de ser obedientes como Cristo a todos los principios de la ley de Dios. Pero somos extremadamente incapaces de alcanzar por nosotros mismos esa condición. Todo lo que es bueno en el hombre le llega mediante Cristo. La santidad que la Palabra de Dios dice que debemos tener antes de poder ser salvados es el resultado de la obra de la gracia divina cuando nos sometemos a la disciplina y a la influencia moderadora del Espíritu de verdad.

La obediencia del hombre puede ser hecha perfecta sólo por el incienso de la justicia de Cristo que llena de fragancia divina cada acto de verdadera obediencia. La parte del cristiano consiste en perseverar en la tarea de vencer toda falta. Debe orar constantemente al Salvador para que sane las dolencias de su alma enferma. No tiene la sabiduría y la fuerza sin las cuales no puede vencer. Estas pertenecen al Señor quien las concede a aquellos que con humildad y contrición lo buscan pidiendo ayuda.

La obra de transformación que lleva de la profanidad a la santidad es una obra continua. Día tras día Dios labora por la santificación del hombre, y el hombre ha de colaborar con él haciendo esfuerzos perseverantes en el cultivo de hábitos correctos.

Dios hará más que cumplir las más elevadas expectativas de los que confían en él. Desea que recordemos que si somos humildes y contritos estaremos donde él puede y quiere manifestarse a nosotros.

Se complace cuando le presentamos sus mercedes y bendiciones del pasado como una razón por la cual debe concedernos bendiciones mayores y más abundantes. Es honrado cuando lo amamos y damos testimonio de la sinceridad de nuestro amor guardando sus mandamientos... No hay nada tan grande y poderoso como el amor de Dios por los que son sus hijos.

E. G. W.

jueves, 25 de noviembre de 2010

ARTIMAÑAS DE SATANÁS.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. (1 Ped. 5: 8.)

No es seguro el confiar en sentimientos o impresiones: estos son guías indignos de confianza. La ley de Dios es la única norma correcta de conducta. El carácter ha de juzgarse por esta ley. Si uno que busca la salvación preguntara: "¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?", los maestros modernos de la santificación le responderían: "Sólo cree que Jesús te salva".

Pero cuando a Cristo se le hizo esta pregunta, él dijo: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?" Y cuando el que preguntaba contestó: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,... y a tu prójimo como a ti mismo" , Jesús le dijo: "Bien has respondido; haz esto, y vivirás" (Luc. 10: 26-28).

No se da ningún valor a una mera profesión de fe en Cristo; sólo el amor que se muestra en las obras se tiene por amor genuino... El egoísmo escondido de los hombres aparece en los libros del cielo... Harto tristes son los apuntes que los ángeles llevan al cielo.

Seres inteligentes que profesan ser discípulos de Cristo están absorbidos por la adquisición de bienes mundanos, o por el goce de los placeres terrenales. El dinero, el tiempo y las energías son sacrificados a la ostentación y al egoísmo; pero pocos son los momentos dedicados a la oración, al estudio de las Sagradas Escrituras, a la humillación del alma y a la confesión de los pecados.

Satanás inventa medios sinnúmero para distraer nuestras mentes de la obra en que precisamente deberíamos estar más ocupados. El archiseductor aborrece las grandes verdades que hacen resaltar más la importancia de un sacrificio expiatorio y de un Mediador todopoderoso. El sabe que para él todo está en distraer las mentes de Jesús y de su obra.

Los que desean participar de los beneficios de la mediación del Salvador, no deberían consentir en que nada interfiera para impedirles cumplir con su deber de perfeccionarse en la santificación en el temor de Dios.

E. G. W.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA CULTURA MÁS ELEVADA.

Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia. Prov. 3:13.

El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y el hombre que accede a ser modelado y plasmado a la semejanza divina, es el ejemplar más noble de la obra de Dios...

El conocimiento experimental de la verdadera piedad, en la consagración y el servicio diarios a Dios, asegura la cultura más elevada de la mente, el alma y el cuerpo... La recepción del poder divino honrará nuestros sinceros esfuerzos en busca de sabiduría para el uso concienzudo de nuestras facultades más elevadas para honra de Dios y bendición de nuestros semejantes. Como estas facultades son derivadas de Dios y no autocreadas, deberían ser apreciadas como talentos de Dios para ser empleados en su servicio.

Las facultades mentales que el cielo nos da deben ser tratadas como los poderes más elevados para gobernar el reino del cuerpo. Los apetitos y las pasiones naturales deben ser puestos bajo el control de la conciencia y los afectos espirituales...

La religión de Jesucristo nunca degrada a quien la recibe, nunca lo hace rudo o torpe, descortés o presumido, apasionado o duro de corazón. Al contrario, refina el gusto, santifica el juicio, purifica y ennoblece los pensamientos llevándolos en cautividad a Jesucristo.

El ideal de Dios para sus hijos excede el más elevado pensamiento humano. El Dios viviente ha dado en su santa ley un trasunto de su carácter. El mayor Maestro que el mundo haya conocido alguna vez es Jesucristo. ¿Y cuál es la norma que ha dado para que la alcancen todos los que creen en él? "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los ciclos es perfecto" (Mat. 5:48). Así como Dios es perfecto en su elevada esfera de acción, el hombre puede ser perfecto en su esfera humana.

El ideal del carácter cristiano es la semejanza con Cristo. Ante nosotros se abre una senda de progreso continuo. Tenemos un objeto que alcanzar, una norma que lograr la cual incluye todo lo que es bueno, puro, noble y elevado. Debe haber una lucha continua y progreso constante hacia adelante y hacia arriba, hacia la perfección de carácter.

E. G. W.

martes, 23 de noviembre de 2010

CRISTO EN TODOS NUESTROS PENSAMIENTOS.

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Sal. 139:23-24.

Pocos se dan cuenta que es un deber ejercer control sobre los pensamientos y la imaginación. Es difícil mantener la mente no disciplinada fija en temas provechosos.

Pero si los pensamientos no son empleados en forma apropiada, la religión no puede florecer en el alma. La mente debe estar ocupada en cosas sagradas y eternas, o acariciará pensamientos triviales y superficiales. Deben disciplinarse las facultades tanto intelectuales como morales, porque así se fortalecerán y mejorarán por el ejercicio.

Para comprender correctamente este asunto debemos recordar que nuestros corazones son depravados por naturaleza y que somos incapaces por nosotros mismos de seguir un camino correcto. Solamente podremos ganar la victoria por la gracia de Dios combinada con nuestro mayor esfuerzo. El intelecto, tanto como el corazón, debe consagrarse al servicio de Dios. El tiene derecho sobre todo lo que hay de nosotros.

Pocos creen que la humanidad esté tan hundida o que sea tan plenamente mala, tan desesperadamente opuesta a Dios como lo es... Cuando la mente no está bajo la influencia directa del Espíritu de Dios, Satanás puede moldearla a su voluntad. Depravará todas las facultades racionales que pueda controlar.

El se opone completamente a Dios en sus gustos, puntos de vista, preferencias, aversiones, elección de las cosas y propósitos; no hay gusto por las cosas que Dios ama o aprueba, sino un deleite en aquellas cosas que él desprecia...

Si Cristo mora en el corazón, estará en todos nuestros pensamientos. Nuestros pensamientos más profundos serán de él, de su amor, su pureza. El llenará todas las cámaras de nuestra mente. Nuestros afectos se centrarán en Jesús.

Todas nuestras esperanzas y expectativas estarán relacionadas con él. El gozo más elevado del alma consistirá en vivir la vida presente con fe en el Hijo de Dios, aguardando y amando su advenimiento. El será la corona de nuestro gozo. Nuestros corazones reposarán en su amor.

Aquellos que han entrenado la mente para deleitarse en ejercicios espirituales son los que pueden ser trasladados sin ser anonadados por la pureza y la gloria trascendente del cielo.

E. G. W.

lunes, 22 de noviembre de 2010

CON LOS OJOS DE LA FE.


Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. Efe. 1:18.

La más elevada calificación de la mente no reemplazará, no puede reemplazar, el lugar de la verdadera sencillez y de la piedad genuina. La Biblia debe estudiarse como debiera estudiarse una rama de la ciencia humana; pero su hermosura, la evidencia de su poder para salvar el alma que cree, es una lección que nunca podrá aprenderse de esta manera.

Si no se manifiestan en la vida las cosas prácticas de la Palabra, entonces la espada del Espíritu no ha herido el corazón natural. Se ha escudado con una fantasía poética. El sentimentalismo lo ha rodeado de tal manera que el corazón no ha sentido suficientemente la agudeza de su filo, horadando y cortando los altares pecaminosos donde se adora el yo...

Los ojos de los entendidos deben ser iluminados, y el corazón y la mente puestos en armonía con Dios, quien es verdad. Quien contempla a Jesús con los ojos de la fe no ve ninguna gloria en sí mismo, porque la gloria del Redentor se refleja en la mente y el corazón. Comprende la expiación lograda por su sangre, y el perdón de los pecados conmueve su corazón con gratitud.

Siendo justificado por Cristo, el que recibe la verdad es constreñido a realizar una entrega completa a Dios, y se lo admite en la escuela de Cristo para poder aprender de Aquel que es manso y humilde de corazón. Conoce ampliamente el amor de Dios y exclama: ¡Oh, qué amor! ¡Qué condescendencia! Posesionándose de la ricas promesas por la fe, se convierte en un participante de la naturaleza divina.

Su corazón se vacía del yo, y las aguas de la verdad entran en él; la gloria del Señor muestra su brillo. Contemplando perpetuamente a Jesús, lo humano es asimilado por lo divino. El creyente es transformado a su semejanza... El carácter humano es cambiado en divino.

Cristo contempla a su pueblo en su pureza y perfección como una recompensa de todos sus sufrimientos, su humillación y su amor, y el suplemento de su gloria: Cristo el gran centro, del cual irradia toda gloria.

E. G. W.

domingo, 21 de noviembre de 2010

GRANDES A LA VISTA DE DIOS.


El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel, y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Luc. 16:10.

La vida no está hecha únicamente de cosas grandes; son las cosas pequeñas las que forman la suma de la felicidad de la vida o de sus miserias. Son las pequeñas cosas de la vida las que revelan el verdadero carácter de una persona. Oh, si todos los jóvenes y los adultos pudieran ver, como yo he visto, el espejo de la vida de las personas que se presenta delante de ellas, considerarían con más seriedad los pequeños deberes de la vida. Cada error, aunque parezca sin importancia, deja una cicatriz en esta vida y una mancha en los registros celestiales.

La vida está llena de quehaceres que no son agradables, pero todos estos deberes ingratos serán hechos agradables cuando se ejecutan gozosamente porque es lo correcto. Si se toma interés en las obligaciones que se deben cumplir, y uno se esfuerza por hacerlas con el corazón, se tornarán placenteras hasta las más fastidiosas.

Hay muchos que desdeñan los pequeños acontecimientos de la vida, los pequeños actos que deben realizarse cada día; pero estas cosas no debieran considerarse insignificantes, porque toda acción se realiza para el beneficio o el daño de algún otro... Nos ponemos en el lado correcto únicamente obrando de acuerdo con los principios de la Palabra de Dios que rigen las pequeñas transacciones de la vida. Somos probados por estos pequeños incidentes, y se estimará nuestro carácter por lo que fuere nuestra obra.

Lo que le proporciona a la vida la mayor belleza y lo que da el éxito es la concienzuda atención a lo que el mundo llama cosas pequeñas.

Pequeñas obras de caridad,

pequeñas palabras de bondad,

pequeños actos de abnegación,

un sabio aprovechamiento de las oportunidades,

un diligente cultivo de los pequeños talentos,

hacen a los hombres grandes a la vista de Dios.

E. G. W.

sábado, 20 de noviembre de 2010

MANTENIENDO EN ALTO LA NORMA.

Alzad pendón a los pueblos. Isa. 62:10.
La Palabra de Dios no sólo establece los grandes principios de la verdad y el deber que debieran gobernar nuestra vida, sino que también presenta, para nuestro ánimo, la historia de muchos que han ejemplificado tales principios. Hombres "sujetos a semejantes pasiones que nosotros", han luchado contra la tentación, y vencido en la fortaleza del Ayudador todopoderoso...(foto de Daniel ante las difilcultades).

Fuera del Modelo perfecto, en las páginas sagradas no figura un personaje más digno de admiración que el profeta Daniel. Estando expuesto en su juventud a todos los engaños de la corte real, se convirtió en un hombre de integridad inconmovible y de ferviente devoción a Dios. Estuvo sujeto a las fieras tentaciones de Satanás; sin embargo, no vaciló, y tampoco cambió su conducta. Fue firme donde muchos habrían cedido; fue verdadero donde ellos habrían sido falsos; fue fuerte donde ellos habrían sido débiles. Daniel fue un alto cedro del Líbano... Ojalá que la fe, la integridad, y la devoción del profeta Daniel pudieran vivir en los corazones del pueblo de Dios de hoy. Nunca se necesitaron tanto como ahora esas nobles cualidades...

En la historia de aquellos que han obrado y sufrido por el nombre de Jesús, no hay ninguno que brille con un esplendor más puro y refulgente que el nombre de Pablo, el apóstol a los gentiles. El amor de Jesús, brillando en su corazón, lo hizo olvidarse de sí mismo y ser abnegado. Había visto al Cristo resucitado, y la imagen del Salvador se había impreso en su alma y brillaba en su vida. Con fe, valor y fortaleza, para no ser amedrentado por el peligro o retrasado por los obstáculos, anduvo de un país a otro difundiendo el conocimiento de la cruz...

¿Están los profesos seguidores de Cristo ejemplificando de esta manera los principios de su fe? ¿Dónde están las profundas, vivientes y santas experiencias que los hombres de Dios solían contar? ¿Se ha rebajado la norma del cristianismo?... No; esa norma permanece donde Dios la puso. Los hombres santos de épocas pasadas debieron abandonarlo todo por Cristo, para fomentar su espíritu e imitar su ejemplo. El no aceptará nada menos que esto ahora. Cuando seamos llamados a darlo todo por Cristo, ¿quién soportará la prueba?

E. G. W.

viernes, 19 de noviembre de 2010

SEÑALES DE NUESTRO HOGAR CELESTIAL.

Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo tu ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. Neh. 9:6.

Hay hermosura en la pavorosa grandeza del valle, en las solemnes y macizas rocas agrietadas; hay majestad en las montañas que parecen tocar el cielo. Ahí están los elevados árboles con sus hojas delicadamente formadas; las briznas de hierba, el capullo que comienza a abrir y las flores abiertas, los árboles del bosque, todos los seres vivientes.

Todos orientan la mente hacia el Dios grande y viviente. Cada facultad de nuestro ser testifica de que hay un Dios vivo, y podemos aprender del libro abierto de la naturaleza las lecciones más preciosas respecto del Señor del cielo.

En este estudio la mente se expande, se eleva y se torna deseosa de conocer más acerca de Dios y de su majestad. En nuestro corazón se despiertan sentimientos no sólo de reverencia y pavor, sino de amor, de fe, de confianza y de completa dependencia de Aquel que es el dador de todo bien.

Y cuando contemplo sus maravillosas obras y veo las evidencias de su poder, instintivamente pregunto: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Sal. 8:4).

Toda la grandeza y la gloria de estas maravillosas cosas que hay en la casa de Dios pueden apreciarse tal como son, en la mente, asociadas con Dios y el futuro hogar que él está preparando para aquellos que le aman... Mientras hablamos abundantemente de otros países, ¿por qué hemos de ser reticentes respecto del país celestial y de las casas que no son edificadas con mano que están en los cielos?

Este país celestial es de más importancia para nosotros que cualquier otro país del globo, por lo tanto deberíamos pensar y hablar de este país celestial. ¿Y por qué no habríamos de conversar más sinceramente, y con nuestra mente orientada por lo celestial, acerca de los dones de Dios manifestados en la naturaleza?...

Estas cosas han de mantener a Dios en nuestro recuerdo, elevar nuestros corazones de las cosas sensuales, y atarlos con vínculos de amor y de gratitud a nuestro Creador.

E. G. W.

jueves, 18 de noviembre de 2010

EL TIEMPO SAGRADO DEL CUERPO.

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Cor. 6:19-20.(Cuerpo sano Mente sana).

Esa perfección de carácter que el Señor requiere es la preparación de todo el ser como un templo para la morada del Espíritu Santo. Dios no aceptará nada menos que el servicio de todo el organismo humano. No basta poner en acción algunas partes de la maquinaria viviente. Todas las partes deben trabajar en armonía perfecta, o el servicio será deficiente. Así es como el hombre es calificado para cooperar con Dios representando a Cristo ante el mundo. Así Dios desea preparar a un pueblo que esté delante de él puro y santo, para poder introducirlo en la sociedad de los ángeles celestiales.

Se nos ha confiado el mensaje más solemne dado alguna vez al mundo, y el objeto que debe mantenerse clara y distintamente ante nuestras mentes es la gloria de Dios. Cuidemos de no hacer nada que debilite nuestra salud física, mental o espiritual, porque Dios no acepta un sacrificio manchado, enfermo y corrompido. Debemos ejercer cuidado en el comer, en el beber y en el trabajar, para no rebajar nuestra eficiencia...

Es nuestro deber adiestrar y disciplinar el cuerpo a fin de rendir al Maestro el servicio más elevado posible. No debemos dejarnos controlar por las inclinaciones. No debemos dejarnos dominar por el apetito, ni consentir en el uso de aquello que no es, para nuestro bien, simplemente porque halaga el gusto; tampoco hemos de procurar vivir según un plan de inanición, con la idea de que así nos haremos espirituales, y de que Dios será glorificado. Debemos emplear la inteligencia que Dios nos ha dado a fin de perfeccionar nuestro cuerpo, alma y espíritu para que podamos tener un carácter simétrico, tanto como una mente equilibrada, y hacer una obra perfecta para el Maestro.

El sagrado templo de nuestro cuerpo debe mantenerse puro y sin contaminación, para que el Espíritu Santo de Dios more en él.

E. G. W.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

LA HERMOSURA DE LA SEMEJANZA CON CRISTO.


No defraudando, sino mostrándose fíeles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador. Tito 2:10.

Todo aquel que nombra el nombre de Cristo debe adornar la doctrina de Cristo nuestro Salvador mediante una vida bien llevada y un comportamiento piadoso, y también el adorno de un espíritu manso y sereno... Si poseéis estoy tendréis favor con Cristo y con los hombres.
(una gema,Diamante)
Las palabras pronunciadas con apresuramiento hieren y magullan las almas y la herida más profunda se produce en el alma del que las pronuncia. El que no puede equivocarse declara que el don de Cristo, el adorno de un espíritu manso y sereno, es de gran valor. Todos debemos descubrir su valor por nosotros mismos pidiéndolo a Dios. No importa cómo nos estimen los hombres, si llevamos este adorno, llevamos la señal de nuestro discipulado con Cristo. Somos apreciados por el Altísimo, porque el adorno que llevamos tiene gran valor ante su vista. Debemos buscar esta preciosa gema...

Cada alma tendrá que hacer frente a cosas que provocan, que despiertan la ira, y si no están bajo el pleno control de Dios, serán provocados cuando ocurran estas cosas. Pero la mansedumbre de Cristo cambia el espíritu exasperado, controla la lengua, pone todo el ser bajo sujeción a Dios. Así aprendemos a tener paciencia con la censura de los demás. Seremos juzgados mal, pero el precioso adorno de un espíritu manso y sereno nos enseña cómo soportar, cómo tener piedad con aquellos que pronuncian palabras apresuradas y desconsideradas.

Cualquier manifestación de un espíritu desagradable seguramente despertará al demonio de la pasión que mora en los corazones que no están vigilados. Al enojo impío no hay que fortalecerle, sino someterlo. Es una chispa que encenderá fuego a la naturaleza humana indomada. Evitad pronunciar palabras que promoverán dificultades. Es mejor soportar el mal que hacer el mal. Dios quiere que cada uno de sus seguidores, hasta donde sea posible, viva en paz con todos los hombres...

Debemos ser semejantes a Cristo. Esforcémonos por hacer que nuestras vidas sean lo que Cristo quiere que sean. Plenas de la fragancia del amor a Dios y a nuestros semejantes, llenas del Espíritu divino de Cristo, llenas de santas aspiraciones hacia Dios, ricas en la hermosura de la semejanza a Cristo. (El manto d justicia es el carácter de Cristo)

E. G. W.

martes, 16 de noviembre de 2010

EL CIELO ES BARATO A CUALQUIER PRECIO.


Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Luc. 14:27.

Es demasiado cierto que la gran masa que posee habilidad y talento no elige viajar por el camino cristiano. ¿Son su talento y su habilidad demasiado preciosos para dedicarlos al Dador, al Señor del, cielo y la tierra?...

Muchos serían seguidores de Cristo si él descendiera de la cruz y se presentara ante ellos en la forma en que ellos desean. Si viniera con riquezas y placeres, muchos lo recibirían alegremente, y se apresurarían a coronarlo como el Señor de todo. Si sólo pusiera a un lado su humillación y sus sufrimientos y exclamara: "El que quiere venir en pos de mí, agrádese a sí mismo y goce del mundo y será mi discípulo", multitudes creerían en él.

Pero el bendito Jesús no vendrá a nosotros en ninguna otra forma, sino como el manso y humilde crucificado. Debemos participar de su abnegación y sufrimientos aquí, si queremos tomar la corona en el más allá...

La Palabra de Dios no ha ensanchado el camino angosto, y si las multitudes han encontrado un camino donde pueden llevar una forma de piedad y no llevar la cruz o sufrir tribulación, han encontrado un camino por donde nuestro Salvador no anduvo y siguen otro ejemplo que no es el que Cristo nos dejó. ¿No es suficiente que Jesús haya dejado la felicidad y la gloria del cielo, que haya llevado una vida de pobreza y de profunda aflicción, y que haya muerto de una muerte cruel y vergonzosa para proporcionamos los gozos de la santidad y el cielo? ¿Y podría ser que nosotros, los objetos indignos de una condescendencia y un amor tan grandes, busquemos una parte mejor en esta vida de la que se le dio a nuestro Redentor?

¡Cuán fácil sería el camino que lleva al cielo si no exigiera la abnegación o la cruz! ¡Cómo se apresurarían los mundanos a correr hacia el camino, y cómo viajarían los hipócritas por él en número incontable! Gracias a Dios por la cruz y por la abnegación. La ignominia y la vergüenza que nuestro Salvador soportó por nosotros no son demasiado humillantes para aquellos salvados por la redención de su sangre. Verdaderamente el cielo resulta barato.

E. G. W.

lunes, 15 de noviembre de 2010

DEJAD BRILLAR VUESTRA LUZ.

(fOTO QUE REPRESENTA LA LUZ Y LAS TINIEBLAS).
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mat. 5:16.

A toda alma nacida en el reino de Cristo se le dará una solemne comisión: Dejad que vuestra luz brille delante de los hombres, para que ellos, al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Derramad sobre vuestros vecinos los abundantes rayos de luz recibidos del Sol de justicia; dirigid sobre vuestros amigos en el mundo las brillantes gemas de luz y verdad que os fueron abundantemente impartidas desde el trono de Dios. Esto es negociar con los talentos confiados. Pasad de la luz a una luz mayor. Apoderaos más y más de los brillantes rayos que proceden del Sol de justicia y brillad cada vez más hasta llegar al día perfecto.

Jesús no le pide al cristiano que se esfuerce por brillar, sino que deje que su luz brille con rayos claros y distintos ante el mundo. No cubráis vuestra luz. No retengáis pecaminosamente vuestra luz. No dejéis que la bruma, la neblina y la malaria del mundo oculten vuestra luz. No la ocultéis bajo la cama o bajo un almud, sino ponedla en el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa... Dios os pide que brilléis y que penetréis en la tinieblas morales del mundo.

Muchos no saben qué les sucede. Quieren luz y no ven ningún rayo. Llaman pidiendo ayuda y no oyen ninguna respuesta. ¿Se perpetuarán la duda y la incredulidad porque yo no reúno los rayos de luz divina que proceden de Jesucristo y no los hago brillar sobre otros?...

Las grandes luchas de mi propia alma contra las tentaciones, los sinceros anhelos de mi mente y corazón por poseer a Dios y a Jesucristo como mi Salvador personal, y por tener seguridad, paz y reposo en su amor, me inducen cada día a desear colocarme donde los rayos del Sol de justicia puedan brillar sobre mí. Sin esta experiencia, seguramente tendré grandes pérdidas, y todos aquellos con quienes me relaciono quedarán, afectados por la pérdida de la luz que yo debiera estar recibiendo de la Fuente de toda luz y consuelo, y que debiera estar reflejando en su camino. ¿Seré una luz para el mundo, o una sombra de tinieblas?

E. G. W.

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿UNA JOYA O UN GUIJARRO?


En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos. Hag. 2:23.

Los cristianos son las joyas de Cristo. Deben brillar esplendorosamente para él, y esparcir la luz de su hermosura. Su lustre depende del pulimento que reciban. Pueden elegir ser pulidos o permanecer sin pulir. Pero cada uno que es considerado digno de ocupar un lugar en el templo de Dios debe someterse al proceso de pulimento. Sin el pulimento que el Señor da no pueden reflejar más la luz que un guijarro común.

Cristo le dice al hombre: "Eres mío. Te he comprado. Ahora eres apenas una piedra áspera, pero si te colocas en mis manos yo te puliré, y el lustre con el cual brillarás hará honor a mi nombre, Ningún hombre te sacará de mi mano. Te haré mi tesoro peculiar. El día de mi coronación serás una joya en mi corona de regocijo".

El Obrero divino emplea poco tiempo en un material sin valor. El pule únicamente las piedras preciosas a semejanza de las de un palacio, cortando todas las esquinas ásperas. Ese proceso es severo y penoso; hiere el orgullo humano. Cristo corta profundamente cuando el hombre en su suficiencia ha considerado completa su experiencia, y extrae del carácter el ensalzamiento propio. Corta la superficie que sobresale, y colocando la piedra a la rueda de pulir, la presiona para que se desgaste toda aspereza. Luego, levantando la joya ante la luz, el Maestro ve en ella un reflejo de sí mismo, y la considera digna de ocupar un lugar en su corona.

"En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré,... y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos". Bendita sea la experiencia, aunque sea severa, que le da un nuevo valor a la piedra, y la hace brillar con un vivo esplendor.

Dios no dejará que uno de sus obreros sinceros quede solo para luchar contra los grandes males y sea vencido. El preserva como una piedra preciosa a cada uno cuya vida está oculta con Cristo en Dios.

E. G. W.

sábado, 13 de noviembre de 2010

ARRAIGADOS EN CRISTO.

El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Sal. 92:12.
El cristiano es comparado al cedro del Líbano. He leído que este árbol hace más que enviar unas pocas raíces a la tierra blanda. Implanta profundamente en la tierra sus fuertes raíces, y cada vez las extiende más lejos en busca de una posición todavía más fuerte. Y cuando se desata la fiera tempestad, permanece firme, sostenido por su raigambre.

También el cristiano se arraiga profundamente en Cristo. Tiene fe en su Redentor. Sabe en quién ha creído. Está plenamente persuadido de que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador de los pecadores... Las raíces de la fe se extienden cada vez más. Los cristianos genuinos, como el cedro del Líbano, no crecen en una tierra blanda y superficial, sino que están arraigados en Dios, asegurados en las grietas de las rocas de la montaña.

Si el cristiano quiere florecer y prosperar, debe hacerlo entre personas que son extrañas a Dios, entre burladores, sujeto al ridículo. Debe permanecer erguido como la palmera en el desierto. El cielo puede ser como bronce, la arena del desierto puede golpear las raíces de la palmera, y apilarse en montones alrededor de su tronco.

Sin embargo, el árbol permanece vivo, fresco y vigoroso en medio de las quemantes arenas del desierto. Quitad la arena hasta que lleguéis a las raicillas de la palmera y descubriréis el secreto de su vida; se extiende profundamente bajo la superficie, hacia las aguas secretas ocultas en la tierra. (foto: da el fruto a su tiempo y Cristiano también debe dar su fruto)

Así como la palmera, que obtiene su alimento de las fuentes del agua de viva, permanece verde y florida en medio del desierto, también el cristiano puede extraer ricas provisiones de gracia de la fuente del amor de Dios, y puede conducir a las almas cansadas, llenas de inquietud, y listas a perecer en el desierto del pecado, a esas aguas donde puedan beber y vivir. El cristiano siempre está dirigiendo a sus semejantes hacia Jesús, quien invita: "El que tiene sed, venga a mí y beba". Esta fuente nunca nos falla; podemos extraer de ella una vez y otra.

E. G. W.

jueves, 11 de noviembre de 2010

¡ NO UNA RELIGIÓN DE REMEDIO!

Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mat. 24:13.

La religión edificada sobre el yo no tiene valor, porque Dios no transige con los egoístas...

La religión de Cristo es una tela firme, compuesta de innumerables hilos, tejidos juntos con tacto y habilidad, Podernos tejer esta tela únicamente mediante la sabiduría que Dios da. Cuando confiamos en nosotros mismos, ponemos en ella hilos de egoísmo, y la tela queda arruinada. (foto de un turbante)

Hay muchas clases de tela que al principio tienen una hermosa apariencia, pero no soportan la prueba. Los colores no son firmes. Se destiñen. Con el calor del verano se decoloran y desaparecen. Esta clase de tela no puede soportar un trato rudo, y tiene muy poco valor.

Así sucede con la religión. Cuando la trama y la urdimbre de la religión no soportan la prueba de las dificultades, el material de que está compuesta no tiene valor. Y el esfuerzo por remendar la tela vieja con un trozo nuevo, no mejora las condiciones de las cosas, porque el material gastado se rompe cuando lo unen al nuevo, y deja la abertura más grande que antes. Los remiendos no sirven. El único camino a seguir consiste en desechar el vestido viejo y buscar uno nuevo.

La religión del yo, compuesta de hilos que se decoloran y ceden bajo la presión de la tentación, debe ser desechada para ser reemplazada por la religión tejida por Aquel en cuya vida el egoísmo no encontró lugar. El plan de Cristo es el único seguro. El declara: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas" (Apoc. 21:5).

"Si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2 Cor. 5:17). El Señor no anima a nadie a pensar que él aceptará una religión de remiendos. Tal religión no tiene valor ante su vista. Al principio puede parecer que hay algo de yo y algo de Cristo; pero pronto se verá que no hay nada de Cristo. Los remiendos del egoísmo aumentan hasta que todo el vestido queda cubierto de ellos...

Una religión formada según el modelo divino es la única que perdurará. Únicamente esforzándonos por vivir la vida de Cristo aquí, podremos prepararnos para vivir con él a través de los siglos eternos.

E. G. W.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

PARA POSEER LA RIQUEZAS INESCRUTABLES DE CRISTO

Que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu. Efe. 3:16.

Los temas de la redención son temas importantes, y sólo aquellos que están orientados espiritualmente pueden discernir su profundidad y significado.. Encontramos nuestra seguridad y gozo al espaciarnos en las verdades del plan de salvación. La fe y la oración son necesarias para poder contemplar las profundas cosas de Dios.

Nuestras mentes están tan atadas por ideas estrechas que apenas tenemos una visión limitada de la experiencia que es nuestro privilegio tener...

¿Por qué es que muchos que profesan tener fe en Cristo no tienen fuerza para resistir a las tentaciones del enemigo? Es porque no son fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior. El apóstol ora: "A fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efe. 3:17-19).

Si tuviéramos esta experiencia, conoceríamos algo de la cruz del Calvario. Sabríamos qué significa ser participantes con Cristo en sus sufrimientos. El amor de Cristo nos constreñiría, y aunque no fuéramos capaces de explicar cómo el amor de Cristo alienta nuestros corazones, manifestaríamos su amor en una fervorosa devoción a su causa.

Pablo abre ante la iglesia de Efeso, con el lenguaje más comprensivo, el maravilloso poder y conocimiento que podían poseer como hijos e hijas del Altísimo. Ellos podían ser "fortalecidos con poder, podían se "arraigados y cimentados en amor", podían "conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento"...


Jehová Emanuel, en él están ocultos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. Ser puestos en simpatía con él, poseerlo, a medida que el corazón se abre cada vez más para recibir sus atributos: conocer su amor y poder, poseer la riqueza inescrutable de Cristo... "ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová" (Isa. 54:17).

E. G. W.

martes, 9 de noviembre de 2010

LA IRA QUE NO ES PECADO.

Temblad y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad Sal 4:4

El apóstol Pablo cita este texto de la siguiente manera: “Airaos, pero no pequéis”.* ¿Puedes tú comer sin mover la boca, correr sin agitarte, o dormir sin cerrar los ojos? ¡No! ¿Cómo entonces es posible airarse sin pecar? La ira en sí, ¿no es por sí misma un acto pecaminoso?

El verbo hebreo ragaz, que en el texto de hoy fue traducido como ira, indica conmoción. Puede ser física o psíquica, pero afecta a toda la estructura humana. El verbo jatá que en este salmo es traducido como pecar, significa literalmente “no dar en el blanco”. Quiere decir que cada vez que la ira se posesiona de nuestro ser, lo queramos o no, “erramos el blanco”. No llegamos a donde queríamos llegar y, la mayoría de las veces, llegamos a donde no queríamos llegar.

En la semana en que escribo esta meditación, el Brasil vio horrorizado por televisión la escena brutal del asesinato cometido por un juez, por el simple hecho de que el guarda del supermercado no lo dejó entrar porque había llegado la hora de cerrar el establecimiento.

Aquel juez nunca pensó cometer semejante crimen, pero en la hora de la ira hubo una conmoción interior que lo llevó a tal locura. Por eso, el consejo divino es: Cuando la ira aparezca, si estáis afectados física o psíquicamente, “meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”. Nada mejor para el problema de la ira que esperar al día siguiente.

Toma una decisión hoy. Ante las adversidades de la vida, cuando las cosas no salgan como tú quisieras que saliesen, en circunstancias en que tú sientes que vas a perder el control, deja las cosas como están y respira hondo, Retírate, si es posible. Tómate un tiempo, “consulta tu corazón en la almohada”, dama a Dios y después, más sosegado, tú verás las cosas desde otro punto de vista y encontrarás la salida más sabia y equilibrada.

Tira, pero da en el blanco. No te golpees, no te lastimes, ni lastimes al prójimo. No abras heridas en el corazón de las personas que tú amas y que están a tu alrededor. Mide tus palabras. Medita en las consecuencias de actos impulsivos.

Tú no puedes evitar sentir lo que estás sintiendo. Eso es natural, pues tú eres un ser humano. Cuando alguien te contradice, cuando hace algo indebido contra ti, o te ataca, es natural que eso altere todo tu ser, pero sigue el consejo divino: “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”.

* Efe. 4:26.

Pr. Alejandro Bullón

lunes, 8 de noviembre de 2010

¡CASI EMOS LLEGAD!

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Juan 14.-3.

Han pasado más de mil ochocientos años desde que el Salvador dio la promesa de su venida. A través de los siglos sus palabras han llenado de ánimo el corazón de sus fieles. La promesa todavía no se ha cumplido... pero, no por eso es menos segura la palabra que ha sido hablada.

Cristo vendrá en su propia gloria, en la gloria del Padre, y en la gloria de los santos ángeles. Millones de millones y millares de millares de ángeles, los hermosos y triunfantes hijos de Dios, que poseen una. inconmensurable hermosura y gloria, lo escoltarán en su camino. En lugar de la corona de espinas, él llevará una corona de gloria: una corona dentro de una corona. En lugar de ese antiguo manto de púrpura, estará vestido con un ropaje del blanco más puro, tanto que "ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos" (Mar. 9:3). Y en su vestido y en su muslo habrá escrito un nombre: "Rey de reyes y Señor de señores" (Apoc. 19:16).

Cristo ha sido para estos fieles seguidores un compañero de cada día, un amigo familiar. Han vivido en una estrecha y constante comunión con Dios. Sobre ellos ha aparecido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Ahora se gozan en los refulgentes rayos del, brillo y la gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo, porque tienen el cielo en sus corazones. Con las cabezas levantadas, con los brillantes rayos del Sol de justicia refulgiendo sobre ellos, regocijándose porque su redención está cerca, salen en busca del Esposo, diciendo: "He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará"...

El tiempo de la demora casi ha terminado. Los peregrinos y extranjeros que durante tanto tiempo han buscado un país mejor, ya casi han llegado... "Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas Cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (2 Ped. 3:14).

E. G. W.