"Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte" (Prov. 16:25).
Los principios del carácter de Dios eran el fundamento de la educación constantemente mantenida ante los ángeles del cielo. Estos principios eran la bondad, la misericordia y el amor. La luz evidente que de ellos dimana debía ser reconocida y aceptada por quienes ocupaban posiciones de confianza y de poder. Ellos eran quienes debían aceptar los principios divinos y convencer a todos los servidores de Dios, por medio de la presentación de la verdad, la justicia y la bondad, [que] éste era el único poder que se podía emplear. Jamás se debía aplicar la fuerza. Todo aquél que piense que su puesto le otorga poderes de mando y de control de la conciencia de otros, debe ser privado de tal responsabilidad.
Estos principios debían de ser los fundamentos de toda administración en la tierra. Las normas divinas deben observarse y respetarse en cada iglesia. Así lo requiere el Señor. El gobierno de Dios es moral. Nada se hace en él por impulso o arrebato. La verdad debe prevalecer. Todo servicio debe ofrecerse con buen ánimo y motivado por el amor a Dios. Los que gozan de posiciones de influencia deben representar a Dios, pues cuando ofician actúan en lugar de Dios...
La forma en que Satanás describió el gobierno de Dios, la manera como defendió a quienes lo apoyaron, eran una constante acusación contra Dios. Sus murmuraciones y quejas eran infundadas. Sin embargo, el Señor permitió que Satanás expusiera sus teorías. Dios podría haber destruido a Satanás y a los que simpatizaban con él tan fácilmente como nosotros podemos arrojar una piedrecita al suelo. Si lo hubiera hecho, habría sentado un precedente para la violencia de los seres humanos como se evidencia constantemente en nuestro mundo en los principios aplicados por la fuerza.
Los principios del Señor no son de este orden. Todo poder compulsorio se encuentra bajo el gobierno satánico. Dios no trabaja de este modo. Dios no nos ofrece un modelo para que un ser humano se alce sobre otro como Dios y le ocasione padecimientos físicos y mentales. Este principio es una creación satánica...
En los concilios del cielo fue decidido que debían aplicarse los principios que no destruyeran el poder de Satanás de inmediato, porque era el propósito de Dios establecer todas las cosas sobre una base de seguridad eterna. Se le debía dar a Satanás tiempo para que desarrollara los principios que constituían el fundamento de su sistema de gobierno. El universo entero debía ver estos principios en acción, los cuales según Satanás había aseverado, eran superiores a los principios de Dios.
El orden establecido por Dios debía contrastarse con el nuevo orden diseñado por Satanás. Era necesario revelar la corrupción de los principios del gobierno de Satanás. Así se vería que los principios de justicia que se expresan en la ley de Dios son inmutables, eternos y perfectos (Manuscrito 57, 1896).
Los principios del carácter de Dios eran el fundamento de la educación constantemente mantenida ante los ángeles del cielo. Estos principios eran la bondad, la misericordia y el amor. La luz evidente que de ellos dimana debía ser reconocida y aceptada por quienes ocupaban posiciones de confianza y de poder. Ellos eran quienes debían aceptar los principios divinos y convencer a todos los servidores de Dios, por medio de la presentación de la verdad, la justicia y la bondad, [que] éste era el único poder que se podía emplear. Jamás se debía aplicar la fuerza. Todo aquél que piense que su puesto le otorga poderes de mando y de control de la conciencia de otros, debe ser privado de tal responsabilidad.
Estos principios debían de ser los fundamentos de toda administración en la tierra. Las normas divinas deben observarse y respetarse en cada iglesia. Así lo requiere el Señor. El gobierno de Dios es moral. Nada se hace en él por impulso o arrebato. La verdad debe prevalecer. Todo servicio debe ofrecerse con buen ánimo y motivado por el amor a Dios. Los que gozan de posiciones de influencia deben representar a Dios, pues cuando ofician actúan en lugar de Dios...
La forma en que Satanás describió el gobierno de Dios, la manera como defendió a quienes lo apoyaron, eran una constante acusación contra Dios. Sus murmuraciones y quejas eran infundadas. Sin embargo, el Señor permitió que Satanás expusiera sus teorías. Dios podría haber destruido a Satanás y a los que simpatizaban con él tan fácilmente como nosotros podemos arrojar una piedrecita al suelo. Si lo hubiera hecho, habría sentado un precedente para la violencia de los seres humanos como se evidencia constantemente en nuestro mundo en los principios aplicados por la fuerza.
Los principios del Señor no son de este orden. Todo poder compulsorio se encuentra bajo el gobierno satánico. Dios no trabaja de este modo. Dios no nos ofrece un modelo para que un ser humano se alce sobre otro como Dios y le ocasione padecimientos físicos y mentales. Este principio es una creación satánica...
En los concilios del cielo fue decidido que debían aplicarse los principios que no destruyeran el poder de Satanás de inmediato, porque era el propósito de Dios establecer todas las cosas sobre una base de seguridad eterna. Se le debía dar a Satanás tiempo para que desarrollara los principios que constituían el fundamento de su sistema de gobierno. El universo entero debía ver estos principios en acción, los cuales según Satanás había aseverado, eran superiores a los principios de Dios.
El orden establecido por Dios debía contrastarse con el nuevo orden diseñado por Satanás. Era necesario revelar la corrupción de los principios del gobierno de Satanás. Así se vería que los principios de justicia que se expresan en la ley de Dios son inmutables, eternos y perfectos (Manuscrito 57, 1896).
G. de White
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