El corazón del sabio hace prudente su boca, y añade gracia a sus labios. Prov. 16:23Tengo en mis manos un libro titulado Siete secretos para una comunicación persuasiva. Habla de técnicas, de psicología, de los principios que llevan a las personas a tomar decisiones, pero no menciona en ninguna parte lo que el texto bíblico de hoy enseña. El mencionado libro fue publicado en varias lenguas y es comprado y leído por todas las personas interesadas en el campo de las comunicaciones,
El principio bíblico de una comunicación persuasiva es diferente. No consiste en lo que tú hablas, ni con quién hablas, sino que se trata de lo que tú eres. El fundamento de la comunicación poderosa está en el corazón.
“El corazón del sabio hace prudente su boca”, dice el texto. Es lo que tú eres lo que da fuerza a lo que tú dices. Las personas generalmente hacen lo que ven. Escuchan tus palabras, pero siguen tus pisadas. Pueden, por algún motivo, dudar de lo que tú dicçs, pero creerán en la coherencia de tu vida.
Todos los días, en todos los lugares, por voluntad propia o no, estamos vendiendo nuestra imagen. Si las personas compran tu producto, tú te sentirás realizado y feliz. De otro modo, la frustración llenará tu vida de amargura.
Ese tipo de venta es comunicación. Tú eres un comunicador. Estás vivo, estás comunicando, y necesitas ser persuasivo çn lo que haces. Solo que la persuasión no es un asunto d
e técnica, ni tiene çlichés aprendidos. No tiene nada que ver con gestos o sonrisas prefabricadas. Todo eso es artificial, y tarde o temprano, las personas se dan cuenta.
La persuasión tiene que ver con el corazón y la vida. Tú te encuentras con Jesús. El te transforma, y a partir de ese momento, tú comienzas a vivir con sabiduría. Tu corazón es un manantial de sentimientos nobles, altruistas y genuinos. No es nada pensado. Nada fabricado. Ni estudiado, ni aprendido. Tú simplemente eres lo que Jesús hizo de ti, y eso es un cuadro maravilloso que deslumbra a mucha gente. Tú no te das cuenta. Los otros, sí.
Haz de este día un día de entrega a Jesús. Entrégale el corazón para ser transformado. Llora a sus pies. Cuéntale tus luchas y confía en él, porque “El corazón del sabio hace prudente su boca, y añade gracia a sus labios”.
Pr. Alejandro Bullón
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