jueves, 18 de enero de 2024

NUESTRO LUGAR DENTRO DE LA HISTORIA.

Ni consideráis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Juan 11:50.

Caifás profetizó sin darse cuenta la muerte de Jesús. Y con este sacerdote terminó el sacerdocio de Israel, que fue dado en tiempos de Moisés. 

No hay cosa más deshonrosa que el orgullo altivo, del ser humano. Dentro de la historia del hombre, siempre a habido hombre altivos, orgullosos y soberbios. 

Caifás era uno de ellos. El contraste de Cristo es notorio para toda la humanidad, y para su pueblo. 

El amor puro y santificado expresado por la obra de la vida de Cristo es como perfume agradable y sagrado. 

Caifás no tenía la autoridad ni la capacidad del cielo para realizar un acto tan vergonzoso en juzgar a Cristo. 

Este hecho debería de ser un ejemplo para nuestro pueblo, que con demasiada liviandad juzga a sus hermanos de fe. 

Aunque la misericordia de Dios es grande, estos hechos no pasarán desapercibidos para Dios. 

El perfume que dejo Cristo en el tribunal de Caifás, lleno toda la casa de fragancia como de un frasco abierto de perfume. 

Así debería de ser nuestra fragancia cuando hablemos de la salvación eterna. 

Cristo vivía en un mundo tambaleante, lleno de envidias, de rumores de guerras, y de una depravación moral sin precedente. 

Todo ese juicio fue como una parodia y demostraba como habían caído su moral. 

En cambio la fragancia llenó toda la casa como el frasco que fue derramado sobre Jesús por María. 

Así debería de ser cuando hablemos de Jesús a las personas que tienen hambre de justicia.

La elocuencia, acompañada con un vasto conocimiento de la palabra, “cada uno con su capacidad” 

y una devoción extrema junto con los talentos que Dios le ha concedido, será una grata fragancia para los oyentes. 

No seamos como Caifás, dejemos el orgullo y la suficiencia propia, y vistamos nos con la ropa de la humildad. 

Debemos de comprender nuestra dimensión y nuestra importancia en las cosas de Dios. 

Ya que de ese conocimiento y de nuestra forma de presentar la verdad, 

esa será nuestra fragancia ya que dependerá la vida de muchos hombres y mujeres. 

Cristo presentó la verdad con su ejemplo, y por medio de la palabra. Así deberíamos hacerlo todos los buen cristiano. 

Nuestra fragancia debe de ser impregnada en nuestro contornos a donde vivamos.

MARANATA.

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