Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guie a tierra de
rectitud. Salmo. 143:10
El Espíritu de Dios es muy
generoso (Sal.51:12), sino tambien es bueno y compasivo. Por
supuesto, eso es precisamente lo que podríamos esperar porque el
Padre y el Hijo son buenos en gran manera, y es la bondad de Dios la
que conduce a los pecadores al arrepentimiento (Rom. 2:4).
El arrepentimiento es uno de los dones más importantes de Dios (Hech. 5:31), y es el buen Espíritu quien entrega el don hermosamente envuelto en aceptación y el perdón.
Cuando Sara era muy joven, su padre, según ella asegura, la hicieron participar en rituales al diablo.
Cicatrices en el cuerpo y otras evidencias objetivas parece substanciar sus recuerdos de malos espíritus que conducían a personas engañadas a la degradación y a la desesperación.
Sara dice que fue forzada a observar sacrificios humanos, que se la hizo participar en ritos sexuales con adultos, y que fue enterrada viva con sólo un pequeño tubo por el cual respiraba.
Cuando se hizo adulta, los recuerdos de los actos de los malos espíritus casi destruyeron su vida. Afectaron su salud y destruyeron su matrimonio. El Espíritu Santo estaba trabajando con Sara.
Amigos cristianos la rodeaban con un circulo de oración, y un consejero cristiano la ayudaba a hacer frente a los recuerdos dolorosos. Ella declaro: “Se que el Espíritu Santo me está ayudo y bendiciendo de muchas maneras maravillosas.
Ahora me siento mucho mejor, y voy a tomar un nuevo nombre y hacer un nuevo nacimiento mientras Dios continúa sanando mi vida”. Muchos de nosotros no emos sido perjudicado de esta manera, pero todos hemos sido heridos pecado y su sutil engaños.
Mientra las fuerzas satánicas se empeñan en oprimir, hostigar y acusar, el buen Espíritu de Dios repetidamente pone a nuestra disposición,
la aceptación y el perdón que nos permiten elevarnos por encima de las circunstancias y los recuerdos desdichados, de modo que podamos realmente desarrollarnos como cristianos plenamente útiles para el Señor.
Regocíjese hoy en la presencia del buen Espíritu Santo. Usted y yo podemos ser felices y tener absoluta confianza en la dirección de . El puede extraer beneficios de las circunstancias más difíciles de nuestra vidas.
El arrepentimiento es uno de los dones más importantes de Dios (Hech. 5:31), y es el buen Espíritu quien entrega el don hermosamente envuelto en aceptación y el perdón.
Cuando Sara era muy joven, su padre, según ella asegura, la hicieron participar en rituales al diablo.
Cicatrices en el cuerpo y otras evidencias objetivas parece substanciar sus recuerdos de malos espíritus que conducían a personas engañadas a la degradación y a la desesperación.
Sara dice que fue forzada a observar sacrificios humanos, que se la hizo participar en ritos sexuales con adultos, y que fue enterrada viva con sólo un pequeño tubo por el cual respiraba.
Cuando se hizo adulta, los recuerdos de los actos de los malos espíritus casi destruyeron su vida. Afectaron su salud y destruyeron su matrimonio. El Espíritu Santo estaba trabajando con Sara.
Amigos cristianos la rodeaban con un circulo de oración, y un consejero cristiano la ayudaba a hacer frente a los recuerdos dolorosos. Ella declaro: “Se que el Espíritu Santo me está ayudo y bendiciendo de muchas maneras maravillosas.
Ahora me siento mucho mejor, y voy a tomar un nuevo nombre y hacer un nuevo nacimiento mientras Dios continúa sanando mi vida”. Muchos de nosotros no emos sido perjudicado de esta manera, pero todos hemos sido heridos pecado y su sutil engaños.
Mientra las fuerzas satánicas se empeñan en oprimir, hostigar y acusar, el buen Espíritu de Dios repetidamente pone a nuestra disposición,
la aceptación y el perdón que nos permiten elevarnos por encima de las circunstancias y los recuerdos desdichados, de modo que podamos realmente desarrollarnos como cristianos plenamente útiles para el Señor.
Regocíjese hoy en la presencia del buen Espíritu Santo. Usted y yo podemos ser felices y tener absoluta confianza en la dirección de . El puede extraer beneficios de las circunstancias más difíciles de nuestra vidas.
Maranata:
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