Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.1º Cor. 12:13.
El plan divino para el hombre está claramente expresado por el apóstol; debía haber una iglesia universal, un cuerpo universal unido por el amor de Cristo.
Nadie ha de ser eximido del privilegio de la comunión en la iglesia por causa de su raza.
“Por su vida, Cristo estableció una religión sin castas, merced a la cual judíos y paganos, libres y esclavos queda unidos por un vínculo fraternal de igualdad delante de Dios.
Ningún exclusivismo influía en sus actos. No hacía ninguna diferencia entre prójimo y árabes, amigos o enemigos. Su corazón era atraído hacia toda alma que tuviese sed del agua de la vida” (JT. t. 3. 387).
Cuando somos bautizados en la sangre de Cristo, somo hechos portadores del gran mensaje de Dios: En Cristo todos somos libres. No importa dónde es hallado el hombre, en la cárcel, o en la esclavitud, esclavizados en países donde no conoce a Dios, aun cuando digan que lo conocen.
Cuando el hombre o mujer entrega su corazón a Dios ese hombre y esa mujer llega a ser libre.
Podrá permanecer en la cárcel de su casa, pero es una persona libre en el Espíritu de Cristo.
La vida es cambiada, la visión de las cosas es cambiada, y Cristo reina en su corazón y en su vida.
Podemos traer a nuestra mente casos de mujeres en países que dicen creer en Dios, que son maltratadas y humilladas, incluso ejecutadas sin fundamento. Pero en su interior hay la paz de un Dios misericordioso.
El mayor privilegio que recibimos cuando somos bautizados en Cristo, guiados por el Espíritu, es llevar el mensaje de salvación a otros. Podemos ir a países extranjeros a enseñar a la gente los caminos de Dios.
Cuando ellos aceptan a Cristo como su Salvador llegan a ser una cosa con nosotros y beben “de su mismo Espíritu”.
Sin embargo se nos presenta una pregunta una pregunta al comienzo de este día.
¿Estamos nosotros bautizados en su cuerpo, dentro de la iglesia? Si seguimos atados al mundo y a sus modas, y a la mundanalidad de este mundo estaremos atados al pecado que nos impiden rendir nuestro servicio a nuestro Dios.
Por su Espíritu él puede librarnos de la mundanalidad. Mediante la libertad que nos da, y así podremos ayudar a otros a experimentar la misma libertad.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica.
La
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