jueves, 8 de septiembre de 2016

LOS HOMBRES GUIADOS POR DIOS


Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Rom. 5:5.
Desde el fin de la segunda guerra mundial, la mayor esperanza en el corazón de la humanidad ha sido la de una paz perdurable. 

Sin embargo desde entonces se ha desarrollado armas más poderosas y destructivas que nunca antes. En pleno siglo XXI hay más de ciento veinte guerras sin declarar en el mundo. 

Corea del norte, China, la India, Francia, Inglaterra, y los Estados Unidos, pueden destruir la tierra en un minuto. 

Eso sin contar que algunos países están desarrollando armas químicas. Lo que las naciones del mundo necesitan hoy no son proyectiles teledirigidos, sino hombres dirigidos, consagrados y guiados por el Espíritu de Dios para mantener la paz en el mundo. 

Sólo mediante una dirección tal la verdadera paz puede llegar al corazón de los hombres y a las naciones. 

Cuando la bienaventurada esperanza está en nuestro corazón los hombres de Dios no tendrán vergüenza de decirles a los demás cuánto significa la paz para el mundo. 

El amor de Dios pone en nuestro corazón la paz, está sera la influencia guiadora en nuestras vidas. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. 

Las Naciones Unidas fueron organizadas para asegurar la paz. Pero esto es una quimera. El anhelo de la paz es vehemente en el corazón humano. 

Los malos entendidos y las envidias de los países serían arreglados mediante conferencias y conversaciones, si hubiera buena voluntad. Hombres y naciones se conocerían mejor mutuamente. 

La fraternidad universal llegaría a ser una realidad. Es un sueño maravilloso, pero es tan sólo un sueño. 

La esperanza del corazón humano fue chasqueada una y otra vez cuando las reuniones del consejo se convertían en cajas de pan dora y vacías, solo querían salir en las primeras paginas, esto era propaganda destinada a servir a los intereses de cada nación. 

Las Naciones Unidas, nunca estarán unidas ¿Por qué? Por qué falta un ingrediente: el amor de Dios. Los hombres pueden tener brillantes ideas para alcanzar la paz. 

Pueden tener los armamentos más sofisticados, pero a su tiempo fracasarán y sus esperanzas morirán. 

“La ley de Dios es cumplida sólo cuando los hombres lo aman con todo el corazón, con toda su mente, con toda su alma y con toda su fuerza, y a su prójimo como así mismo. 

Es la manifestación de este amor lo que trae la gloria a Dios en las alturas y paz y buena voluntad para con los hombres. . . 

Es la obra del Espíritu Santo en todas las épocas impartir el amor a los corazones humanos, porque el amor es el principio viviente de la fraternidad” (Testimonio t. 8. p.139).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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