viernes, 29 de abril de 2011

UNA VIDA DOBLE.

Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
1º Juan. 1:3.

Nada es más necesario en nuestro trabajo que los resultados prácticos de la comunión con Dios. Debemos mostrar con nuestra vida diaria que tenemos paz y descanso en el Salvador. Su paz en el
corazón se reflejará en el rostro. Dará a la voz un poder persuasivo. La comunión con Dios ennoblecerá el carácter y la vida. (foto.La paz estaba con Esteban por que estaba en comunión con Dios:

Los hombres verán que hemos estado con Jesús como lo notaron en los primeros discípulos. Esto comunicará al obrero un poder que ninguna otra cosa puede dar. No debe permitir que cosa alguna lo prive de este poder.


Henos de vivir una vida doble: Una vida de pensamiento y de acción, de silenciosa oración y fervoroso trabajo. Todo lo que están en la lucha de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios.
. . Cada uno de nosotros ha de oír la voz de Dios hablar a su corazón. (foto.Cristo nos sujeta con su brazo poderoso).

Cuando toda otra voz calla, y tranquiliza en su presencia esperamos, en silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. El nos dice: "Estad quietos, y conocer que yo soy Dios (Salm.46:10). Esta es la preparación eficaz para toda labor para Dios. En medio de la presurosa muchedumbre y de las intensas actividades de la vida, el que así se refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz.

Recibirá nuevo caudal de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia y dará prueba de u
n poder divino que alcanzará a los corazones de los hombres. Muchos, aun en sus momento de devoción, no reciben la bendición de la verdadera comunión con Dios.

Están demasiado apremiados. Con pasos presurosos penetran en la amorosa presencia de Cristo y se detienen tal vez un momento dentro de ese recinto sagrado, m
as no esperan consejo. No tiene tiempo para permanecer con el divino Maestro. Vuelve con sus preocupaciones al trabajo.

Estos obreros jamás podrán lograr el mayor éxito hasta que aprendan cuál es el secreto de la fuerza. Tienen que dedicar tiempo a pesar, orar, esperar que Dios renueve su poder físico, mental y espiritual. Necesitan la influencia elevadora de su Espíritu.

Al recibirla, será vivificados con una nueva vida. El cuerpo gastado y el cerebro cansado se refrescarán, y el corazón abrumado se aliviará. (foto. El poder de la oración es infinita).

G. W.

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