La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discíp
Desde la cárcel, la hoguera y el patíbulo, donde los santos y los mártires dieron testimonio de la verdad, llega hasta nosotros a través de los siglos la expesión de su fe y esperanza.
Estando "seguro de la resurrección personal Cristo, y, por consiguiente, de la suya propia, a la venida de Aquel -como dice uno de estos cristianos-, ellos despreciaban la muerte y la superaban" (Daniel T. Taylor, The Reign of Christ on Earth or the Voice of the Church in Ages, pág.33). Estaban dispuestos a bajar a la tumba, a fin de que pudiesen "resucitar libertados". Esperaban al "Señor que debía venir del cielo entre las nubes con la gloria de su Padre", "trayendo para los justos el reino eterno".
Los valdenses acariciaban la misma fe, Wicle y Jeronimo aguardaban la aparición del Redentor como la esperanza de la iglesia (Id.,pág.54,129-134). En la isla peñascosa de Patmos, el discípulo amado oyó la promesa: "Ciertamente vengo en breve". Y su anhelante respuesta expresa la oración que la iglesia exhaló durante toda su peregrinación: ¡"Ven, Señor Jesús"! (Apc. 22:20)
Elena G. White
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