Cuando se produjo el primer advenimiento de Cristo, los sacerdotes y fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios, habían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la venida del Mesías prometido.
La profecía de Miqueas señalaba el lugar de su nacimiento. (Miq.5:2). Daniel especificaba el tiempo de su advenimiento. (Dan.9:25).
Dios había encomendado estas profecías a los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el Mesías estaba a punto de llegar y por no habérselo dicho al pueblo. Su ignorancia era resultado de su descuido...
Todo el pueblo debería haber estado velando y esperando para hallarse entre los primeros en saludar al Redentor del mundo.
En vez de esto, vemos en Belén, a dos caminantes cansados que vienen de los collados de Nazaret, y que recorren toda la longitud de la angosta calle del pueblo hasta el extremo este de la ciudad, buscando en vano lugar de descanso y abrigo para la noche.
Ninguna puerta se abre para recibirlos. En un miserable cobertizo fuera de la ciudad encuentra al fin un redil, allí fue donde nació el Salvador.
No hay señales de que se espera a Cristo ni preparativos para recibir al Príncipe de la vida.
Asombrado, el mensajero celestial está a punto de volverse al cielo con la vergonzosa noticia, cuando descubre un grupo de pastores que están cuidando sus rebaños durante la noche,
y que al contemplar el cielo estrellado, meditan en la profecía de un Mesías que debe venir a la tierra y anhelan el advenimiento del Redentor del mundo.
Aquí tenemos un grupo de seres humanos preparados para recibir el mensaje celestial, Y de pronto aparecen el ángel del Señor proclamando las buenas nuevas de gran gozo...¡Oh! ¡Qué lección encierra esta maravillosa historia de Belén! ¡Qué reconvención para nuestra incredulidad, nuestro orgullo y amor propio!
¡Cómo nos amonesta a que tengamos cuidado, no sea que por nuestra criminal indiferencia, nosotros también dejemos de discernir las señales de los tiempos, y no conozcamos el día de nuestra visitación. (C.S.358-360).
Cristo aparecerá por “segunda” vez y se mostrará al mundo con todo su esplendor.
Pero al igual que antaño, el mundo no estará apercibido. Y la obra que vino hacer en relación con el pecado, se completará en su segunda venida.
¿Estaremos apercibidos en estos últimos acontecimientos de la historia del hombre? El mundo como en el pasado, lo ignoran: ¿Y tú?
MARANATA.
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