
Los autores de los escritos sagrados no solamente revelan las debilidades y los puntos fuertes de los personajes bíblicos, sino que señalan a hombre y mujeres de la actualidad y los presenta "tales como son". A veces duele. Pero este dolor puede ser bueno para nosotros. Puede conducirnos a algo mejor.
El mundo tiene la creencia de que Dios es un Dios cruel, lejos esta de la realidad los que piensan de esa manera. El deseo de Dios es que los pecadores se humillen, abandonen sus pecados, adquiridos y cultivados, y se vuelvan a él y vivan. Dios no se deleita en el sufrimiento ni en la muerte del impío y con afán insta a los pecadores a que se arrepientan y se aparten de su transgresiones para que la iniquidad no les acarree la ruina (Isa. 1:18-20; Jeremías. 25:5; Eze. 18:30-32; Oseas. 6:1).
¿Se a mirado usted al espejo detenidamente? Abra comprobado que su cara estaba sucia, y inmediatamente se lava. La Biblia es un espejo, y lo que vemos no nos gusta y no es precisamente para vanagloriase. El pincel de Dios pinta las cosa tales como son."Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios", nos recuerda Pablo.
Poco antes, al escribir a los creyentes de Roma, afinó el enfoque del cuadro al describir exactamente que clase de réprobos son los hombre sin Cristo. "Están llenos de toda clase de injusticia, inmoralidad, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pleitistas, engañadores, perversos y chismosos. Hablan mal de otros, odian a Dios, son insolentes, vanidosos y orgullosos.
Inventan cosas malas, no obedecen a sus padres, no quieren entender, no cumplen su palabra, no le tiene cariño a nadie, no saben perdonar, no sienten compasión".
Así son exactamente las cosas. He aquí como debiera ser: Dios invita a humillar el corazón confesar y a la oración ferviente. "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra".

La inspiración nos cuenta las cosas como debieran ser. La invitación de Dios a su pueblo de los tiempos de Elías es también para nosotros hoy.
La necesidad del pecador en la actualidad no es diferente de lo que era en los días del profeta. Debe haber una conversión del pecado a la santidad y debe ser de cierto ochenta grados con la ayuda de Dios. ¡Así debiera ser!.
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