lunes, 10 de febrero de 2014

DE PRINCIPIO A FIN

Y dijome: Hecho es. Yo soy Alfa y Omega, el principio y el fin.  Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente. (Apoc. 21:6).

Cuando Jesús se refirió a si mismo afirmando que era el Alfa y la Omega (para nosotros de que hablamos castellano sería la A y Z).  Cristo presentó una verdad que nunca debería se olvidada; una verdad particularmente importante para ustedes y para mi al entrar en este nuevo año. 

Lo que Dios había prometido por medio de sus santos profetas y su pueblo junto había anticipado con ansiosa expetativa, finalmente será realidad. El verdadero creyente no tiene deseos acumular bienes en este mundo, de ser ricos en riquezas terrenales. El anelo del creyente es beber abundantemente de las riquezas espirituales que provienen de Dios.
  
Jesús dijo: "yo soy. . . el principio". cuando todas las cosas comenzaron, allí estaba el Hijo de Dios para iniciarlas.  Siglos antes de nacer en el pesebre de Belén, Cristo era el Creador. Las cinco primeras palabras de las Escrituras inspiradas nos la presentan. "En el principio creó Dios los cielos y la tierra.(Gén. 1:1).

El Creador del universo llegó llegó a ser nuestro Redentor. El que "comenzo" el fundamento de la Tierra y del Universo promete:  "Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida"  es decir: El pasaje puede traducirse, "del manantial del agua de vida misma"  Esta es la promesa de la inmortalidad (1º Cor. 15:53). 

Cristo nos deja esta promesa: "Que esta bendita promesa, establecida en el marco de la fe, sea colocada en la antecámara de la memoria.  Ninguna fallará. Dios cumplirá todo lo que ha dicho". Y Cristo dice: "El enemigo nunca puede arrancar de la mano de Cristo a aquél  que sencillamente confía en las promesas del Señor". (5T.630 y 7CBA. p.971).

Las manos que creó el sol, la luna, y las innumerables estrellas y las galaxias del inmenso universo, fue clavada siglos más tarde a la cruz de la ignominia.  Pero se convirtió en la cruz de la victoria para ti y para mí.
El que nos creó, es capaz de redimirnos.

El que fue "el comienzo" es también "el fin".  Es nuestra gloriosa consumación.  Cuando el drama del bien y del mal concluya, Cristo mismo bajara el telón.  En ocasión de su segunda venida inaugurara una admirable eternidad sin pecado y sin dolor, sin sufrimiento.  Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinara por los siglos de los siglos" Amén. El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.





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