viernes, 10 de enero de 2014

El que ama a Cristo, huye del mundo

Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de os ojos, y la soberbia de a vida, no es del Padre, más 
del mundo. (1º de Juan 2:16).

La tentación deben venir a fin de probar la calidad de nuestra lealtad. Lo decisivo está en la forma en que hacemos  frente a dicha tentaciones.  Una manera de reaccionar conduce al fortalecimiento de la fibra moral; la otra, a la separación y la derrota. Nos fortalecemos o nos debilitamos, todo despenderá de nosotros.

Cuando una chispas cae sobre un mármol, no se hace daño; pero que caiga una chispa en un polvorín, e inmediata mente se producirá una reacción en cadena y todo saltara por los airas. Esto es lo que le ocurrirá al hombre y a la mujer, solo falta una chispa.
Sin la ayuda de un poder más fuerte que nuestra propia voluntad, que haga frente a la tentación siempre reaccionaremos como un polvorín en que ha caído una chispa.

Pero la pregunta es: ¿A donde podemos recurrir para poder adquirir tal fuerza mental y una voluntad firme que podamos vencer?
El hombre busca donde no existe.  Busca en la inmensidad del espacio para ver si existe vida, busca en las teorías de los hombre, pero en verdad es que no encuentran nada, todo son hipótesis. 

La Biblia ha dado una clara advertencia, revelando cuales son las consecuencias y las raíces de todo pecado:
A/ La concupiscencia de la carne:  este mal ha hincado sus raíces en la gente, sobre todo en los jóvenes, entiende sus tenáculos como el pulpo cuando se ve atacado, es como un dragón enfurecido.
Sus más adictos son los jóvenes, y usa como su instrumento preferido las drogas, el cigarro que causa millones de muertes al año, el alcoholismo, el vicio de la inmoralidad sexual que no tiene limites, y la glotonería, que por causa de este mal murieren reyes y plebeyos.  La concupiscencia de la carne arruina la percepción mental, física y espiritual.

B/ La concupiscencia de los ojos: este mal se resume en la codicia. Cuanto más tengo más quiero, el alma es insaciable. Nuestros ojos son la avenida del alma. Por la vista, nos entra toda clase de novelas, películas, pornografía, y libros de entretenimiento populares que dan gloria al hombre.

C/La soberbia de la vida:  éste mal se revela en el hombre para exaltarse así mismo y hace un intento de exaltar al yo que llevamos todos. Esto hace del poder personal algo tan importante, que para conseguirlo es capaz de hacer y de emplear todos los medios humanos a su alcance.

La tentación tiende a exaltar la carne, el orgullo sobre el espíritu, y el carácter haciéndose un dios personal. Y dejan de lado al Dios que puede canbiar el carácter del hombre.  Ya que lo único que llevara el hombre a la eternidad, es un carácter semejante al de Dios.
(Basado en la mat. lampara de Dios).
 
 

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