"Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro? Vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas" (Exo. 12: 26, 27).Todo agente humano tendrá que decidir si unificar su carácter con el Príncipe de la vida o con el príncipe de la oscuridad... Si servimos al pecado, ante el tribunal de Cristo recibiremos el galardón que corresponde al transgresor de la ley de Jehová. El Señor Jesús ha de juzgar al mundo... Todas las invitaciones extendidas por un Dios lleno de gracia --pero que ha sido despreciado y rechazado--, serán presentadas a cada persona, y la sentencia decidirá el destino del alma, para disfrutar el gozo eterno o ser castigada con el fiero elemento de la ira divina poniendo de este modo fin a la historia de los impíos para siempre.
La condición comunicada a los hebreos en Egipto, la noche cuando los primogénitos fueron destruidos, era que cada familia debía manifestar tal fe en el mensaje de Dios que los condujera a actuar en perfecta obediencia con las indicaciones que el les comunicaba. Cada miembro de la familia debía reunirse en cada hogar hebreo. Allí habrían de comer la pascua y, con las pertenencias en sus manos, hacer todos los preparativos para su partida. Dios habría de hacer una obra de juicio que conduciría a Faraón a entender que el Señor era Dios y fuera de él no había otro.
El ángel de Dios pasaría por alto las casas de los hebreos que tuvieran la sangre asperjada en los dinteles y en las puertas. Esta señal sería respetada.
Pero, ¿qué sucedería con aquellos que fueran descuidados y no reunieran a sus hijos en sus casas? Y, ¿qué de los niños que habían nacido y se habían criado en Egipto, que creyeran que esta invitación era solo un capricho innecesario, y no obedeciesen las indicaciones de sus padres y ofrecieran alguna excusa como lo hicieron los invitados a la cena de bodas? En estos casos, nada podría retener los juicios de Dios que habrían de derramarse tanto sobre los primogénitos de los hebreos como sobre los de los egipcios.
¿Cuál es la condición de quienes guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús? Si en la familia hay quienes se niegan a obedecer al Señor y rehúsan observar el sábado, no recibirán el sello del Señor. El sello es una garantía divina de perfecta seguridad sobre los escogidos de Dios. El sello indica que eres un elegido de Dios. Eres propiedad del Señor. Y habiendo recibido el sello de Dios somos una posesión de Cristo y nadie podrá arrebatarnos de sus manos (Manuscrito 59, 1895).
E. G. White
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