QUIERO SER HIJO DE DIOS.

“

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehuso llamarse hijo de la hija del Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” Hebreos 11:24-25.

Si el mundo estuviera a tus pies ¿que elegirías? ¡Pobreza o Riquezas! Muchos hombres fueron ricos, pero murieron siendo pobres de espíritu. 

Ni todo los palacios del mundo, o toda su riqueza, pueden igualar a la sabiduría que Dios concede al hombre humilde. 

Un niño de cuna humilde, y protegido por las aguas del Nilo, Dios le hizo grande entre todos los hombres. 

En Moisés rechazo los honores, la jerarquía y el poder del momento histórico que él vivía. 

Moisés vio la grandeza de un Dios misericordioso, se presento a su vista la grandeza y la gloria de un Dios de amor. 

Vemos a Moisés levantarse por encima de todo atractivo terrenal. Vio con confianza el destino elevado que Dios le había señalado a el y a su pueblo. 

Considero que pertenecía a Dios. Y aparentemente nada torcería su camino. Contemplo la decadencia de su pueblo oprimido por el látigo egipcio. 

Durante el tiempo que estuvo, aprendió las artes, las ciencias, y estudio las leyes de Dios, así fue creciendo su fe. 

Nosotros al igual que Moisés, estamos aprendiendo por medio de su palabra, lo que Dios quiere de nosotros. 

Moisés aprendió que es el orgullo, la arrogancia, para ser un buen faraón. 

Era el hijo de la reina Hatshepsut, segun la historia. Cuando fue adulto, tuvo que escoger, que quería ser, faraón de Egipto o vinculase con una raza de esclavos. 

Todos nosotros tenemos que tomar una decisión en nuestra vida. Servir al Dios de los cielos, o servir a un mundo de placeres y poder. 

Moisés entendía la promesa del Mesías, y se daba cuenta de que la liberación del pueblo de Dios implicaba más de lo que ellos entendía. 

Vio a lo lejos por fe la venida de la simiente prometida a Abraham. Moisés tenía puesta la mirada en aquel momento en que Cristo aparecería con toda su gloria. 

Ustedes al igual que yo, podemos tener nuestra vista viendo la venida de nuestro Señor Jesucristo. 

La lealtad a Dios debe de ser un principio en nuestra vida cristiana. Sin fe es imposible contemplar a Dios.

MARANATA.

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