Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. (1 Tes. 5: 4).
Vi que Jesús no dejaría el lugar santísimo antes que estuviesen decididos todos los casos, ya para salvación, ya para destrucción, y que la ira de Dios no podía manifestarse mientras Jesús no hubiese concluido su obra en el lugar santísimo y dejado sus vestiduras sacerdotales, para revestirse de ropaje de venganza. (Foto. Cristo en su Santuario)
Entonces Jesús saldrá de entre el Padre y los hombres, y Dios ya no callara, sino que derramará su ira sobre los que rechazaron su verdad. Vi que la cólera de las naciones, la ira de Dios y el tiempo de juzgar a los muertos, eran cosas separadas y distintas, que se seguían una a otra.
También vi que Miguel no se había levantado aún, y que el tiempo de angustia, cual no lo hubo nunca, no había comenzado todavía. Las naciones se están airando ahora, pero cuando nuestro Sumo Sacerdote obra en el santuario, se levantará, se pondrá las vestiduras de venganza, y entonces se derramarán las siete postreras plagas. (Foto. las plagas de la ira de Dios caerán a los hombres)
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces caerían las siete postreras plagas. Estas enfurecieron a los malvados contra los justos, pues los primeros pensaron que habíamos atraído los juicios de Dios sobre ellos, y que si podían raernos de la tierra, las plagas se detendrían. (Foto. Los cuatros Ángeles retienen la ira de los hombres).
Se promulgó un decreto para matar a los santos, lo cual los hizo clamar día y noche por su libramiento. Este fue el tiempo de angustia de Jacob. Entonces todos los santos clamaron en angustia de ánimo y fueron libertados por la voz de Dios.*
(Foto. los tribunales dictaran la ley dominical para que se cumplan en todo el mundo).
Antes de la crucifixión, el Salvador había predicho a sus discípulos que iba a ser muerto y que resucitaría del sepulcro. . . Pero los discípulos esperaban la liberación política del yugo romano y no podían tolerar la idea de que Aquel en quien todas sus esperanzas estaban concentradas, fuese a sufrir una muerte ignominiosa. . .
Así también las profecías nos anuncian el porvenir con la misma claridad con que Cristo predijo su propia muerte a sus discípulos. Los acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia y la preparación para el tiempo de angustia han sido presentados con claridad. (Foto. La muerte de nuestro Salvador.)
G. W.
SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS.
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*SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS*
*CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN CCXIII (213)*
*Daniel 8:14. /C*
*Unas de los aspecto de debe de dejar clar...
Hace 21 horas
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