viernes, 3 de junio de 2011

PRERACION PARA LO QUE NOS ESPERA

Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra; los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová Sof.2:3.

La transgresión casi ha llegado a su limite. La confusión llena el mundo y pronto ha de sobrecogernos a los seres humanos un gran terror. El fin esta muy cerca. El pueblo de Dios debiera estarse preparando para lo que ha de sobrevenir al mundo como una sorpresa abrumadora.
El "tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente" se iniciará pronto; y

Sucede muchas y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su indolencia. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como se lo había imaginado; pero éste no es el caso respecto a la crisis que nos
espera.

La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. En aquel tiempo de la tribnulación, cada alma deberá aoatenerse por sí sola ante Dios.

"Si Noé, Daniel y Job estuvieren" en el país, "¡vivo yo! dice Jehová el Señor, que ni hijo ni hija podrán ellos librar por su justicia; tan sólo a sus propias almas librarán (Eze. 14:20).

El ultimo gran conflicto entre la verdad y el error no es más que la última batalla de la controversia que se viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a la ley de Dios. En esta batalla estamos entrando ahora; es la que se libra entre las leyes de los hombres y los preceptos de Jehová, entre la religión de la Biblia y las religión de las fábulas y de tradición.

Deberíamos estudiar los grandes hitos que nos señalan los tiempos que vivimos. . . Deberíamos orara fervientemente para estar listo para las luchas del gra
n día que Dios está preparando.

Los que se colocan bajo el control de Dios para ser guiados y dirigidos por él, captaran la marcha de los sucesos que él ordeno. Inspirados por el espíritu de Aquel que dio su vida por la vida del mundo, no continuarán en la impotencia, señalando lo que no pueden hacer.

Colocándose la armadura del cielo, avanzarán hacia la batalla deseosos de hacer cosas en favor de Dios, sabiendo que la omnipotencia divina suplirá su necesidad.

G. W.

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