Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Sal. 16: 11.
No penséis que cuando camináis con Cristo debéis andar en la sombra. Las personas más felices del mundo son las que confían en Jesús y ejecutan alegremente sus órdenes. De las vidas de los que lo siguen están ausentes el desasosiego y el malestar... Pueden encontrarse con pruebas y dificultades, pero sus vidas están llenas de gozo; porque Cristo camina a su lado y su presencia alumbra el sendero.
Cuando os levantáis de mañana, hacedlo con alabanzas a Dios en vuestros labios, y cuando vais a vuestro trabajo, id con una oración a Dios pidiendo ayuda...
Esperad una hoja del árbol de la vida. Esto os aliviará y os refrigerará y llenará vuestro corazón de paz y gozo. Poned vuestros pensamientos en el Salvador. Apartaos del tumulto del mundo y sentaos bajo la sombra de Cristo. Luego, entre el estrépito del trajín y el conflicto diarios, vuestra fuerza será renovada.
Es positivamente necesario que a veces nos sentemos y pensemos en cómo el Salvador descendió del cielo, del trono de Dios, para mostrar a los seres humanos qué pueden llegar a ser si unen su debilidad con la fuerza divina.
Habiendo obtenido el renuevo de la fuerza mediante la comunión con Dios, podremos seguir gozosos nuestro camino, alabándolo por el privilegio que nos da de llevar la luz del amor de Cristo a las vidas de los que nos rodean. Aquellos con quienes nos relacionamos serán beneficiados al entrar en la esfera de nuestra influencia...
Los seres celestiales están esperando para colaborar con los instrumentos humanos, para mostrar al mundo lo que los seres humanos pueden llegar a ser mediante la unión con lo divino. Los que consagren el cuerpo, el alma y el espíritu al servicio de Dios recibirán constantemente una nueva provisión de poder físico, mental y espiritual.
Las provisiones inagotables del cielo están a su disposición. Cristo les da la vida de su vida. El Espíritu Santo dispone sus energías más elevadas para obrar en la mente y corazón. Por medio de la gracia que nos ha sido dada, podemos obtener victorias que, debido a nuestros defectos de carácter y la pequeñez de nuestra fe, pueden habernos parecido imposibles.
A todo aquel que se ofrece al Señor para servirle, sin reservarse nada, se le da poder para que logre resultados incalculables.
E. G. W.
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