viernes, 11 de diciembre de 2009

ASÍ RESPLANDEZCA VUESTRA LUZ


Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. S. Mateo 5:16.

En la sección II del diario 0 Estado de Sâo Paulo, del jueves 2 de enero de 1992, el periodista internacional Paulo Francis declaraba: "Gorbachov renunció el mismo día en que mi mucama, una estimada señora, decidió volver al Brasil, a pesar de ganar aquí cerca de mil dólares por semana, dinero que no verá en un año en el Brasil. Esa señora que nos deja es extraordinaria. Es adventista del séptimo día, devota, y se queja de que trabajando tanto para ganar el vil metal, no le queda tiempo libre para dedicarlo a su iglesia y a las obras de caridad de tanto le gustan. La religión de mi mucama es simple, sincera y por eso respetable".

En el comentario que Paulo Francis hace a continuación es posible notar, entre otros análisis, el contraste entre el radicalismo puro y metafísico de la obra religiosa de Jorge Luckacs, publicada por la editora Black-Well, y la religión sencilla de la cocinera adventista.

Puede ser que te estés preguntando qué tiene que ver Paulo Francis con el versículo de hoy. Respondo: Mucho. Tal vez esté aquí el secreto que necesitamos descubrir para cumplir la misión final de la iglesia. El comentario de Paulo Francis publicado en O Estado de Sâo Paulo, que tiene una tirada de 250.000 ejemplares diarios, se esparció por todos los rincones, y el testimonio sencillo de una miembro de iglesia, que no conoce mucha teología y que no tuvo oportunidad de ir al campo misionero, llegó a miles de lectores con la fuerza del cristianismo práctico.

Estoy tratando de imaginarme lo que sucederá en el mundo cuando cada cristiano se despierte a la realidad del poder que significa su testimonio diario. ¿Qué ocurrirá cuando los jóvenes en las universidades comiencen a ser notados por su manera de hablar, de vestirse y de comportarse?

"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres", es la orden del Maestro.

La luz no necesita esforzarse para brillar. Simplemente brilla, porque es luz. El cristiano que descubrió que la esencia del cristianismo es vivir una vida de comunión con Cristo, no necesita esforzarse deliberadamente para testificar, pues el amor de Cristo lo constriñe. Brilla porque es luz, y es luz porque vive en comunión con la Luz de los hombres: Jesús.

Cierto día, un pequeño rayo de luz le preguntó a su mamá: ¿Dónde puedo ir para conocer las tinieblas? La madre lo mandó al fondo de la tierra, a las cavernas más oscuras, a los cuartos más cerrados, pero adonde el rayito de luz iba no encontraba las tinieblas. Volvió desilusionado, y quejándose le dijo a la madre: "Me mentiste. Fui a todos esos lugares y no encontré las tinieblas". "NO, hijo", dijo la madre, "yo no te mentí. Tú eres la luz. Adonde quiera que vayas las tinieblas siempre desaparecerán".

Tú, amigo mío, eres la luz. Refleja hoy la luz de Cristo.

Pr. Alejandro Bullón

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