DE EMAÚS A JERUSALÉN.

“Y he aquí, dos de ellos iban al mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a setenta estadio de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido” Lucas 24:13-14.

El primer día de la semana después de la crucifixión de Cristo el Señor, el dolor embargaba los corazones de estos del discípulos. 

Esto dos hombres en un día oscuro y lleno de dolor, lloraban mientras continuaba su viaje de 14 Kilómetros hasta su destino. 

Cristo se manifestó a estos dos hombres iban tan abrumados hacia Emaús, Cristo se acerco a ellos para aliviar su dolor. 

Muchos de nosotros, cuando perdemos a un ser querido, Cristo se acerca para consolar nuestras almas por la perdida de un ser querido. 

Y Dios nos consuela diciendo que hay un mundo mejor, donde no hay dolor ni tristeza, y que la muerte no existirá más. Dios se puede manifestar de muchas formas, para calmar el dolor de sus hijos. 

Recuerdo en mi juventud, que después de caminar 60 kilómetros, llegue exhausto a un pueblo, entre en una posada y pedí una habitación. 

Al día siguiente encontré un huerto llenos de arboles y allí ore a mi Dios. Tan grande era mi dolo, por lo que había perdido, que me puse a orar a mi Dios. 

Yo no estaba solo, los ángeles estaban a mi lado, pero yo no los veía. Las oras pasaban, y a la tardecer del día, Dios me respondió. 

Mi fe era inquebrantable sabía que Dios me contestaría, así que salir a la carretera con la fe de un niño, y la respuesta no se hizo esperar, paso un coche y no me paro, paso el segundo y me paro. 

Dios mando a un ángel, pues no pude ver el rostro de este hombre. Durante dos horas que duro el viaje, solo tenia tiempo para alabar a mi Dios. 

Cristo dio alivio a estos dos discípulos de Emaús, los consoló y se manifestó a ellos. Al igual que se manifestara en ti, cuando lo busques de corazón. 

Cristo esta preparando un vello jardín, donde sus hijos podrán estar por toda la eternidad, sin sufrir la perdida de un ser querido. Cristo esta más cerca de lo que creen algunos. 

He aquí yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. (Apocalipsis 22:7).

MARANATA.

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