EL GRAN TESTIMONIO DE PABLO.

Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial. Hech. 26:19

¿que pensamientos corrían por la mente del rey Agripa? Pensamientos no de paz. 

Más pensamientos violentos por los hechos ocurridos con sus antecesores. Pensó en su abuelo Herodes, con aquella matanza de seres humanos.

En su mente retorcida, pensó e su abuelo Antipas con el cruel asesinato de Juan el Bautista. Oh su padre Agripa I, vivía con el martirio de Jacobo. Compendio el desastre que sobrevinieron a su familia, con el desagrado de Dios.

Pero en su mente estaba presente por antonomasia la muerte de su padre, cuando fue aclamado por la multitud  dios, y él Dios del cielo lo hirió fulminantemente. Todos estos pensamiento vinieron a su mente.

Comprendió los grandes desastres ocurridos a su familia, y sus crímenes que azotaron a su familia. Ante el estaba la salvación, pero su mezquina respuesta fue: Por poco me persuades a ser cristiano.

Sobre el polvoroso camino de nuestras vidas, hemos presenciado grandes milagros que Dios ha hecho con nosotros. Hemos comprendido la historia que a través del tiempo Dios nos ha dejado para nuestra compresión.

Hemos sido un pigmeo espiritual, pero con el tiempo Dios nos ha hechos gigantes en la fe. Sobre nuestros hombros recae la responsabilidad de evangelizar al mundo, bien sea en nuestro país, o fuera de él.

La actitud de los hijos de Dios de todo los tiempos está notablemente representada por la muerte de nuestro Señor Jesucristo. 

Pablo no fue rebelde a la visión y la llevó en su corazón hasta sus máximas consecuencias.

Nosotros hemos tenido, sueños o visiones, se nos ha aparecido ángeles en forma de hombre para ayudarnos, debemos como lo hizo Pablo llevarlo hasta su última consecuencias el evangelio.

Con nuestra experiencia en la palabra de Dios deberíamos proclamar este último mensaje de amonestación. Pablo fue el heraldo de las buenas nuevas. Hoy en el siglo XXII, seamos heraldos de las nuevas de la salvación.

El rey Agripa tuvo su oportunidad y la desprecio. Nosotros tenemos nuestra oportunidad de proclamar la segunda venida de Cristo y su ley inmutable. 

Pues sabiendo que si no hay ley, tampoco hay pecado. Pero si hay ley hay pecado. 

Este fue el error del rey Agripa. No reconocer la verdad. Creo sinceramente que usted y yo, debemos imitar hoy a nuestro divino Maestro Jesucristo.

La experiencia cristiana debe ser una realidad en nuestras vidas. Cada día debemos acudir a la cruz para saber que camino tomar y a quien debemos anunciar el evangelio.

MARANATA.

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