La omnipotencia de Dios es algo que nos ha fascinado desde los días de nuestra juventud. De hecho, los niños suelen sentarse en una terraza o ala puerta de su casa, viendo el cielo y imaginarse toda clase de imposibilidades humanas con las cuales probar el poder divino.
Los niños en su inocencia se preguntan, "¿Puede esta Dios en el Africa y aquí al mismo tiempo?" "¿Cuándo comenzó?" "Puede cambiar él el lodo en oro?" La inocencia de un niño es lo que Jesús amaba, eran sinceros y esa sinceridad es lo que atraía a Cristo.
Y cuando los sueños y problemas de la niñez quedan atrás, y todavía continuamos siendo niños cuando vemos a este Dios todopoderoso la gran obra que izo los cielos y el inmenso espacio.
Pero cuando volvemos a la realidad nuestro discernimiento puede adquirir una fachada de madurez; pero las preguntas y las dudas persisten.
Todavía nos preguntamos vez tras vez; "Si Dios es omnipotente, y misericordioso, "¿Por que no pone fin a toda esta crueldad e intrigas políticas y sociales?" "Si su poder es tan grande: "¿por qué permite que continúe el pecado en este mundo?" Todo tiene un tiempo, y un fin, "¿Quien conoce los designios de Dios?" Dios tenia una hora para la venida del Mesías, una hora para su muerte, y una hora para su resurrección; pero lo más importante es que tiene una hora para juzgar a este mundo y una hora para su venida como Rey de Reyes.
Pero él dotó al hombre con el don más arriesgado del universo: el libre albedrío. Dirá usted "está bien; pero ¿por qué no nos hace desear lo noble, lo bueno, lo hermoso?" La pregunta es: ¿Es eso realmente lo que deseamos?" ¿Deseamos que se nos prive de nuestra libertad y la posibilidad de realizar en nosotros un carácter y de una Santificación¿"
"¿Quien conoce el corazón del hombre?" ¿Lo conoces tú? El corazón es engañoso y perverso ¿Quien lo conocerá?" Si fuera así, entonces la vida eterna nunca podría tener la promesa de gloria, sublimidad e interminable gozo que encierra ahora el cristiano ocupado en perfeccionar su vida por la gracia de Cristo y que está en armonía con una voluntad indomable.
Personal mente, cuando reflexiono en esto, y miro al cielo mis ojos contempla la gloria de Dios, y me siento el hombre más pequeño del universo. También me siento embargado por una profunda gratitud por el plan de redención y la salvación tal como fue trazado en el cielo. No desearía cambiarlo en un solo aspecto. Ni añadiría o quitaría un solo punto, porque es perfecto el plan trazado por Dios.
¡Hace posible que cada ser humano libre pueda acceder ha ser herederos del reino celestial.
Basado en el libro de W. R. Beach.
L.J. de M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario