Estas palabras del apóstol Pablo contradice directamente este aforismo contemporáneo: “No puedo evitar ser lo que soy”.
¿Es verdad que estamos por completo a la merced de nuestra herencia y ambiente?
¿Están nuestras pautas de conducta completamente determinadas por nuestros antepasados y las personas con quienes nos relacionamos? Lo cierto que estos factores pueden influir en nuestra vida.
Pero ¿acaso no hay influencias que contrarrestan la erencia y el ambiente que nos rodea? Creo sinceramente que la gracia de Dios es un factor definitivo en la formación de la vida del cristiano.
Todo lo que Pablo había llegado a ser o que había alcanzado era en el servicio del Señor, lo atribuía a la misericordia inmerecida, al favor de Dios.
Pablo había aprendido la lección esencial de que todas las adquisiciones humanas no tienen valor en la obra de Dios, si el alma no ha sido subyugada por el espíritu de Dios.
Cuando el alma recibe la vida espiritual procedente de Dios que se llama “gracia”.
Pablo sabía que todo su celo, toda su piedad, toda su capacidad y todo su éxito como apóstol, era el resultado del favor inmerecido que Dios había manifestado para con él.
Por la gracia de Dios había podido hacer mas que los otros misioneros. Y este ejemplo es para nosotros, que dependemos de la gracia de Dios para hacer su obra. ”Soy lo que soy” no contienen un egoísmo por parte del apóstol.
Pablo se entrego a Cristo, y en ese momento el Espíritu de Dios lo fue transformando, hasta llegar aser el apóstol de los gentiles. Dios quiere hacer lo mismo que hizo con Pablo.
Cada hijo de Dios debe dejarse moldear por el Espíritu Santo, no hacer su voluntad. Entonces amanecerá el sol de justicia y la obra será completada en la tierra.
Pablo hombre implacable que no le temblaba la mano, judío y cuanto a la ley fariseo.Estaba en un ambiente de liderazgo ortodoxo del judaísmo.
La imaginación más descabellada nunca habría podido concebir que Pablo fuese un verdadero cristiano.
Pero el Espíritu de Dios puede encontrar respuestas en los corazones.
La consagración y el trabajo tenaz rara vez deja de producir un abundante fruto.
Es la gran obra del Espíritu Santo en el hombre. La gracia de Dios los habrá transformados, y cuando Cristo regrese por segunda vez, la cosecha será impresionante.
MARANATA.
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