"¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" (Amós 3:3).
Incluso quienes se afanan por predominar sobre el enemigo desarrollan una predisposición de obrar mal. El mal prevalece sobre el bien porque ellos no confían por completo en Cristo. No habitan en él y no dependen de Dios, por lo cual revelan un carácter inconsistente. Pero nadie está obligado a trabar vínculos con este grupo. Las tentaciones de la vida se presentan por doquier y aquellos que se quejan porque los miembros de las iglesias son fríos, orgullosos, arrogantes y no reflejan adecuadamente el carácter cristiano, no debieran asociarse con quienes manifiestan estas flaquezas. Hay muchos que son afectuosos, abnegados, sacrificados y que estarían dispuestos a dar sus vidas por la salvación de las almas. Nadie debiera alzarse como acusador de los hermanos, antes bien déjese que la cizaña crezca junto con el trigo, pues así dijo el Señor que habría de ser. Pero, porque la cosecha no sea toda de trigo, no debiéramos ser cizaña.
Los que rechazan la vida y el carácter de Jesús, y se niegan a ser como él, se declaran en abierta controversia con Dios. "El que no es conmigo, contra mí es -dijo Jesús-; el que conmigo no recoge, desparrama". Los que aman a Dios no escogerán como amigos a los enemigos del Señor. "¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová?" Los verdaderos cristianos no eligen asociarse con los incrédulos.
Si el Señor les concede una posición especial en el mundo, al igual que José y Daniel, él los librará de contaminación. Debemos distinguir entre el bien y el mal. Necesitamos toda la ayuda e instrucción que procede de una fe verdadera. Debemos escuchar la enseñanza de las doctrinas de la Biblia, que están libres de las sofisterías y de las trampas del gran engañador. Debiéramos hacer todo lo posible por vivir en una atmósfera de pureza religiosa para poner madera sólida en la edificación de nuestros caracteres.
Por medio de la relación con quienes no tienen fe en Dios, las ideas erróneas se insinúan en forma imperceptible en las mentes y los corazones por uno que se especializa en el engaño. Y esto será la ruina de muchos. ¿Escogerás relacionarte con los incrédulos e infieles que violan abiertamente la ley de Dios? ¿Te separarás por tu propia elección de quienes aman a Dios? ¿Te alejarás lo más posible de la luz? Esta es la senda del engaño. Nunca estarás donde encuentres un exceso de luz, pero pobres los que escojan las tinieblas antes que la luz (Manuscrito 49, 1893).
E. G. White.
Incluso quienes se afanan por predominar sobre el enemigo desarrollan una predisposición de obrar mal. El mal prevalece sobre el bien porque ellos no confían por completo en Cristo. No habitan en él y no dependen de Dios, por lo cual revelan un carácter inconsistente. Pero nadie está obligado a trabar vínculos con este grupo. Las tentaciones de la vida se presentan por doquier y aquellos que se quejan porque los miembros de las iglesias son fríos, orgullosos, arrogantes y no reflejan adecuadamente el carácter cristiano, no debieran asociarse con quienes manifiestan estas flaquezas. Hay muchos que son afectuosos, abnegados, sacrificados y que estarían dispuestos a dar sus vidas por la salvación de las almas. Nadie debiera alzarse como acusador de los hermanos, antes bien déjese que la cizaña crezca junto con el trigo, pues así dijo el Señor que habría de ser. Pero, porque la cosecha no sea toda de trigo, no debiéramos ser cizaña.
Los que rechazan la vida y el carácter de Jesús, y se niegan a ser como él, se declaran en abierta controversia con Dios. "El que no es conmigo, contra mí es -dijo Jesús-; el que conmigo no recoge, desparrama". Los que aman a Dios no escogerán como amigos a los enemigos del Señor. "¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová?" Los verdaderos cristianos no eligen asociarse con los incrédulos.
Si el Señor les concede una posición especial en el mundo, al igual que José y Daniel, él los librará de contaminación. Debemos distinguir entre el bien y el mal. Necesitamos toda la ayuda e instrucción que procede de una fe verdadera. Debemos escuchar la enseñanza de las doctrinas de la Biblia, que están libres de las sofisterías y de las trampas del gran engañador. Debiéramos hacer todo lo posible por vivir en una atmósfera de pureza religiosa para poner madera sólida en la edificación de nuestros caracteres.
Por medio de la relación con quienes no tienen fe en Dios, las ideas erróneas se insinúan en forma imperceptible en las mentes y los corazones por uno que se especializa en el engaño. Y esto será la ruina de muchos. ¿Escogerás relacionarte con los incrédulos e infieles que violan abiertamente la ley de Dios? ¿Te separarás por tu propia elección de quienes aman a Dios? ¿Te alejarás lo más posible de la luz? Esta es la senda del engaño. Nunca estarás donde encuentres un exceso de luz, pero pobres los que escojan las tinieblas antes que la luz (Manuscrito 49, 1893).
E. G. White.