jueves, 30 de septiembre de 2010

BUSCAR A DIOS DE TODO CORAZÓN

volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble. Zac. 9:12.

Necesitamos educar el alma para que tome y retenga las ricas promesas de Dios. El Señor Jesús sabe que no es posible para nosotros resistir las muchas tentaciones de Satanás sin recibir el poder divino que Dios nos da. El sabe que si confiamos en nuestra propia fortaleza humana, fracasaremos. Por lo tanto, ha sido hecha toda provisión, para que en cada emergencia y prueba acudamos a la fortaleza... Hemos recibido la promesa de labios que no mienten... Debemos tener fe individualmente para recibir de él las cosas que ha prometido.

Dios será para nosotros todo lo que le permitamos ser. Nuestras oraciones lánguidas y sin entusiasmo no tendrán respuesta del cielo. ¡Oh, necesitamos insistir en nuestras peticiones! Pedid con fe, esperad con fe, recibid con fe, regocijaos con esperanza, porque todo aquel que pide, encuentra. Seamos fervientes. Busquemos a Dios de todo corazón. La gente empeña el alma y pone fervor en todo lo que emprende en sus realizaciones temporales, hasta que sus esfuerzos son coronados por el éxito. Con intenso fervor, aprended el oficio de buscar las ricas bendiciones que Dios ha prometido, y con un esfuerzo perseverante y decidido tendréis su luz, y su verdad, y su rica gracia.

Clamad a Dios con sinceridad y alma hambrienta. Luchad con los agentes celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser, vuestra alma, cuerpo y espíritu en las manos del Señor, y resolved que seréis sus instrumentos vivos y consagrados, movidos por su voluntad, controlados por su mente, e imbuidos por su Espíritu.

Contadle a Jesús con sinceridad vuestras necesidades. No se requiere de vosotros que sostengáis una larga controversia con Dios, o que le prediquéis un sermón, sino que, con un corazón afligido a causa de vuestros pecados, digáis: "Sálvame, Señor, o pereceré". Para estas almas hay esperanza. Ellas buscarán, pedirán, golpearán y encontrarán. Cuando Jesús haya quitado la carga del pecado que quebranta el alma, experimentaréis la bendición de la paz de Cristo.

E. G. W.

LA ORACION HUMILDE Y PERSEVERANRE

Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. Sant. 5:17-18.

En la experiencia de Elías se nos presentan importantes lecciones. Cuando en la cumbre del monte Carmelo oró pidiendo lluvia, su fe fue probada, pero él perseveró presentando su pedido delante de Dios. (Elias mantenido durante la sequía).

El siervo observaba mientras Elías oraba. Seis veces volvió de su puesto de observación diciendo: No hay nada, ninguna nube, ninguna señal de lluvia. Pero el profeta no cejó en su intento ni se desanimó.

Continuó repasando su vida, para descubrir dónde había dejado de honrar a Dios. A medida que escudriñaba su corazón, cada vez disminuía su valor ante sus ojos y ante la vista de Dios. Le parecía que no era nada, y que Dios lo era todo; y cuando llegó al punto de renunciar al yo mientras se aferraba al Salvador como su única fortaleza y justicia, llegó la respuesta. Apareció el siervo y dijo:"Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar" (1 Rey. 18:44).

Tenemos un Dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones, y si probamos su palabra, él honrará nuestra fe. El quiere que entretejamos todos nuestros intereses con los suyos, y luego podrá bendecimos sin peligro, porque entonces no nos apoderaremos de la gloria cuando seamos bendecidos, sino que le daremos toda la alabanza a Dios.

Dios no siempre contesta nuestras oraciones la primera vez que acudimos a él, porque si lo hiciera así, nosotros daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las, bendiciones y favores que él derrama sobre nosotros. En lugar de escudriñar nuestros corazones para ver si abrigábamos algún mal, si accedíamos al pecado, nos tornaríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia de él...

Elías se humilló a sí mismo hasta que estuvo en una condición tal que no se atribuiría la gloria a sí mismo. Esta es la condición bajo la cual Dios oye la oración, porque entonces le daremos a él la alabanza...

Unicamente Dios es digno de ser glorificado.

E. G. W.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA OBRA DE GUARDAR EL CORAZON

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Prov. 4:23.

La diligente protección del corazón es esencial para el saludable crecimiento en la gracia. El corazón en su estado natural es una morada para los pensamientos no santificados y las pasiones pecaminosas. Cuando es puesto en sujeción a Cristo, debe ser limpiado por el Espíritu de toda contaminación. Pero esto no puede realizarse sin arrepentimiento de parte de la persona.

Cuando el alma ha sido limpiada, es el deber del cristiano protegerla contra la contaminación. Muchos piensan que la religión de Cristo no exige el abandono de los pecados diarios, la supresión de hábitos que han mantenido el alma en esclavitud. Renuncian a algunas cosas condenadas por la conciencia, pero dejan de representar a Cristo en la vida diaria. No llevan la semejanza de Cristo al hogar. No manifiestan cuidado en la elección de sus palabras. Demasiado a menudo se pronuncian palabras impacientes, palabras que despiertan las peores pasiones del corazón humano. Los tales necesitan la presencia permanente de Cristo en el alma. Unicamente en su fortaleza pueden mantener vigilancia sobre las palabras y las acciones.

En la obra de guardar el corazón debemos ser insistentes en la oración, no cansarnos de rogar al trono de la gracia por ayuda. Aquellos que toman el nombre de cristianos debieran acudir a Dios con sinceridad y humildad, pidiendo ayuda... El cristiano no siempre puede estar en una posición adecuada para la adoración, pero sus pensamientos y sus deseos siempre pueden dirigirse hacia arriba.

El mantenimiento de vuestro corazón en el cielo vigorizará todos vuestros dones y vivificará todos vuestros deberes. El disciplinar la mente para que se espacie en las cosas celestiales, pondrá vida y sinceridad en todos nuestros empeños. Nuestros esfuerzos son lánguidos y corremos con lentitud la carrera cristiana, y manifestamos indolencia y flojedad, porque avaluamos en tan poco el premio celestial. Somos enanos en realizaciones espirituales. Es el privilegio y el deber del cristiano llegar "a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4:13).

E. G. W.

martes, 28 de septiembre de 2010

LA CORTE DE LA VIDA SANTA

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncias las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Ped. 2:9.

La iglesia de Cristo en la tierra está en medio de la oscuridad moral de un mundo desleal, que está pisoteando la ley de Jehová. Pero su Redentor, que ha comprado su rescate mediante el precio de su propia sangre preciosa, ha hecho todas las provisiones para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado con la Luz del mundo, que posea la gloria de Emanuel. Los brillantes rayos del Sol de justicia resplandeciendo a través de su iglesia, reunirán en el aprisco a todas las ovejas perdidas y descarriadas que vayan a él y encuentren refugio en él. Hallarán paz, luz y gozo en Aquel que es paz y justicia por siempre.

Los miembros de la iglesia debieran mantener individualmente la luz del amor de Dios brillando en sus almas, y hacerla brillar, también para otros. Tenemos mucho en juego para permitir que el letargo espiritual nos cubra. Cuidémonos de fomentar la aversión por los servicios religiosos y los deberes religiosos. Luchemos resueltamente contra esa inactividad del alma, que es tan fatal para el crecimiento y aun la vida del cristiano. La iglesia cuyos miembros se esfuercen activamente en forma personal por hacer bien a otros y por salvar a las almas, será saludable y próspera. Este será un constante incentivo para toda buena obra. Tales cristianos trabajarán para asegurar su propia salvación.

Las energías adormecidas despertarán, toda el alma será inspirada por una invencible determinación de lograr la aprobación del Salvador: "Bien hecho", y llevar la corona de la victoria.

Cristo hace de su iglesia un hermoso templo para Dios. "Donde están dos o tres congregados en mi nombre -declara-, allí estoy yo en medio de ellos" (Mat. 18:20). Su iglesia es la corte de la vida santa, llena de diversos dones, y dotada del Espíritu Santo. El cielo asigna deberes apropiados a cada miembro de la iglesia en la tierra, y todos deben encontrar su felicidad en la felicidad de aquellos a quienes ayudan y bendicen.

E. G. W.

sábado, 25 de septiembre de 2010

CON LOS OJOS DE LA FE,

Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. Efe. 1:18.

La más elevada calificación de la mente no reemplazará, no puede reemplazar, el lugar de la verdadera sencillez y de la piedad genuina. La Biblia debe estudiarse como debiera estudiarse una rama de la ciencia humana; pero su hermosura, la evidencia de su poder para salvar el alma que cree, es una lección que nunca podrá aprenderse de esta manera. Si no se manifiestan en la vida las cosas prácticas de la Palabra, entonces la espada del Espíritu no ha herido el corazón natural. Se ha escudado con una fantasía poética. El sentimentalismo lo ha rodeado de tal manera que el corazón no ha sentido suficientemente la agudeza de su filo, horadando y cortando los altares pecaminosos donde se adora el yo...

Los ojos de los entendidos deben ser iluminados, y el corazón y la mente puestos en armonía con Dios, quien es verdad. Quien contempla a Jesús con los ojos de la fe no ve ninguna gloria en sí mismo, porque la gloria del Redentor se refleja en la mente y el corazón. Comprende la expiación lograda por su sangre, y el perdón de los pecados conmueve su corazón con gratitud.

Siendo justificado por Cristo, el que recibe la verdad es constreñido a realizar una entrega completa a Dios, y se lo admite en la escuela de Cristo para poder aprender de Aquel que es manso y humilde de corazón. Conoce ampliamente el amor de Dios y exclama: ¡Oh, qué amor! ¡Qué condescendencia! Posesionándose de la ricas promesas por la fe, se convierte en un participante de la naturaleza divina. Su corazón se vacía del yo, y las aguas de la verdad entran en él; la gloria del Señor muestra su brillo. Contemplando perpetuamente a Jesús, lo humano es asimilado por lo divino. El creyente es transformado a su semejanza... El carácter humano es cambiado en divino.

Cristo contempla a su pueblo en su pureza y perfección como una recompensa de todos sus sufrimientos, su humillación y su amor, y el suplemento de su gloria: Cristo el gran centro, del cual irradia toda gloria.

E. G. W.

viernes, 24 de septiembre de 2010

PAZ POR MEDIO DE LA CRUZ.

hora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Rom. 8: 1.) Si los pecadores pudieran ser inducidos a dirigir una ferviente mirada a la cruz y pudieran obtener una visión plena del Salvador crucificado, comprenderían la profundidad de la compasión de Dios y la pecaminosidad del pecado.

A medida que vuestra conciencia ha sido vivificada por el Espíritu Santo, habéis visto algo de la perversidad del pecado, de su poder, su culpa, su miseria; y lo miráis con aborrecimiento... Ansiáis ser perdonados, ser limpiados y libertados. ¿Qué podéis hacer para obtener la armonía con Dios y la semejanza a él? Lo que necesitáis es paz: el perdón, la paz y el amor del cielo en el alma. No se los puede comprar con dinero, la inteligencia no los puede obtener, la sabiduría no los puede alcanzar; nunca podéis esperar conseguirlos por vuestro propio esfuerzo. Mas Dios os los ofrece como un don, "sin dinero y sin precio" (Isa. 55: 1)... Id pues a él, y pedidle que os limpie de vuestros pecados, y os dé un corazón nuevo. Creed que lo hará porque lo ha prometido... Es nuestro privilegio ir a Cristo para que nos limpie, y subsistir frente a la ley sin culpa o remordimiento.

Cuando al pie de la cruz el pecador mira al que murió para salvarlo, puede regocijarse con pleno gozo; porque sus pecados son perdonados. Al postrarse con fe junto a la cruz, ha alcanzado el más alto lugar que pueda alcanzar el hombre. Agradeced a Dios por el don de su Hijo amado y pedid que no haya muerto en vano por vosotros. El Espíritu os invita hoy. Venid con todo vuestro corazón a Jesús y podéis reclamar su bendición. Al leer las promesas, recordad que son la expresión de amor y misericordia inexplicables... Sí, sólo creed que Dios es vuestro ayudador. El desea restaurar su imagen moral en el hombre. Al acercarnos a él con confesión y arrepentimiento, él se acercará con misericordia y perdón.

E. G. W.

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él. (Col. 2: 6.)

Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Solamente estando en comunión con él diariamente, a cada hora permaneciendo en él, es como hemos de crecer en la gracia. El no es solamente el autor sino también el consumador de nuestra fe. Cristo es el principio, el fin, el todo. Estará con nosotros no solamente al principio y al fin de nuestra carrera, sino en cada paso del camino...

Preguntaréis, tal vez: "¿Cómo permaneceremos en Cristo?" Del mismo modo en que lo recibisteis al principio. "De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él" (Col. 2: 6). "El justo vivirá por [la] fe" (Heb. 10: 38). Os entregasteis a Dios para ser completamente suyos, para servirle y obedecerle, y aceptasteis a Cristo como vuestro Salvador. No podíais por vosotros mismos expiar vuestros pecados o cambiar vuestro corazón; pero habiéndolos entregado a Dios, creísteis que por causa de Cristo, el Señor hizo todo aquello por vosotros. Por la fe llegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenéis que crecer en él, dando y tomando a la vez. Tenéis que darle todo el corazón, la voluntad, la vida, daros a él para obedecer todos sus requerimientos; y debéis tomar todo: a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que habite en vuestro corazón, y para que sea vuestra fuerza, vuestra justicia, vuestra eterna ayuda, a fin de que os dé poder para obedecerle.

Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: "Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti". Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios, y será así cada vez más semejante a la de Cristo.

E. G. W.

DEPOSITANDO EN EL BANCO DEL CIELO

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. (Sant. 1: 27.)

Las tiernas simpatías de nuestro Salvador se suscitaron a favor de la humanidad caída y sufriente. Si ustedes desean ser sus seguidores, deben cultivar la compasión y la simpatía... La viuda, el huérfano, el enfermo y el moribundo siempre necesitarán ayuda. Aquí hay una oportunidad para proclamar el Evangelio, para elevar a Jesús, la esperanza y el consuelo de todos los hombres. Cuando se ha aliviado al cuerpo sufriente,... se abre el corazón y se puede derramar dentro el bálsamo celestial.

Un grupo de creyentes puede ser pobre, sin educación y desconocido; sin embargo, estando en Cristo puede hacer en el hogar, el vecindario y la iglesia, y aun en regiones lejanas, una obra cuyos resultados serán tan abarcantes como la eternidad.

Debido a que esta obra es descuidada, muchos jóvenes discípulos no pasan nunca más allá del mero alfabeto de la experiencia cristiana. Ayudando a los menesterosos, podrían haber mantenido viva la luz que resplandeció en su corazón cuando Jesús les dijo: "Tus pecados te son perdonados", La inquieta energía que es con tanta frecuencia una fuente de peligro para los jóvenes, podría ser encauzada en conductos por los cuales fluiría en raudales de bendición.

Las horas que con tanta frecuencia se dedican a las diversiones que no refrigeran ni el cuerpo ni el alma, debieran dedicarse a visitar a los pobres, los enfermos y los dolientes, o a ayudar a algún necesitado.

Cada oportunidad de socorrer a un hermano necesitado o de ayudar a la causa de Dios en la promulgación de la verdad, es una perla que enviáis de antemano al cielo para ser depositada en el banco celestial donde es guardada con toda seguridad.

El amor, la cortesía, la abnegación, nunca se pierden... Por los méritos de la justicia imputada de Cristo se conserva para siempre la fragancia de tales dichos y hechos.

E. G. W.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

LA SAETA DE LA MUERTE

¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, y se dieran cuenta del fin que les espera! (Deut. 32: 29.)

El Señor "no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres" (Lam. 3: 33). "Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo" (Sal. 103: 13-14). El conoce nuestro corazón, porque lee cada secreto del alma... Conoce el fin desde el principio. Muchos bajarán al reposo antes de que la rigurosa prueba de fuego de los últimos días caiga sobre el mundo...

Si Jesús, el Redentor del mundo, oró diciendo: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26: 39), cuán conveniente es que los mortales finitos se sometan de la misma manera a la sabiduría y la voluntad de Dios.

No podemos contar sino con una vida muy breve, y no sabemos cuándo la saeta de la muerte nos atravesará el corazón. Tampoco sabemos cuándo tendremos que desprendernos del mundo y de todos sus intereses. La eternidad se extiende ante nosotros. El velo está a punto de descorrerse. Unos pocos años más, y para cada uno de nosotros, contado en el número de los vivos, ha de consumarse el mandato: "El que es injusto, sea injusto todavía;... y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía" (Apoc. 22: 11).

¿Estamos preparados? ¿Nos hemos familiarizado con Dios, el Gobernador de los cielos, el Legislador, y con Jesucristo a quien mandó al mundo por representante suyo? Cuando la obra de toda nuestra vida haya terminado ¿podremos decir, como Cristo nuestro ejemplo dijo: "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese... he manifestado tu nombre"? (Juan 17: 4-6.)

Los ángeles de Dios procuran desviamos de nosotros mismos y de las cosas terrenales. No permitáis que laboren en vano.

E. G. W.

LOS PECADOS BORRADOS

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. (Apoc. 3: 5)

A medida que los libros de memoria se vayan abriendo en el juicio, las vidas de todos los que hayan creído en Jesús pasan ante Dios para ser examinados por él. Empezando con los primeros que vivieron en la tierra, nuestro Abogado presenta los casos de cada generación sucesiva y termina con los vivos. Cada nombre es mencionado, cada caso cuidadosamente investigado. Habrá nombres que serán aceptados, y otros rechazados. En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de que no se haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del libro de la vida, y la mención de sus buenas obras será borrada de los registros de Dios...

A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón al lado de sus nombres en los libros del cielo;... sus pecados les serán borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna... El divino Intercesor aboga porque a todos los que han vencido por la fe en su sangre se les perdonen sus transgresiones...

Mientras Jesús intercede por los que participan de su gracia, Satanás los acusa ante Dios como transgresores...

Jesús no disculpa sus pecados, pero muestra su arrepentimiento y su fe, y, reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos heridas ante el Padre y los santos ángeles, diciendo: "Los conozco por sus nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos". Sus nombres están escritos en el libro de la vida, y acerca de ellos se escribe: "Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos" (Apoc. 3: 4).

Los cristianos pueden cultivar su fe diariamente contemplando a Aquel que se ha comprometido a defenderlos, su misericordioso y fiel sumo sacerdote.

E. G. W.

sábado, 18 de septiembre de 2010

DOLOR CON ESPERANZA

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. (1 Tes. 4: 13.)

A los atribulados quiero decirles: consolaos en la esperanza de la mañana de la resurrección. Las aguas que habéis bebido son tan amargas a vuestro paladar como eran las aguas de Mara para los hijos de Israel cuando viajaban por el desierto, pero Jesús puede endulzarlas con su amor...

Dios ha provisto un bálsamo para cada herida. Hay bálsamo en Galaad, hay un Médico allá. ¿No estudiaréis como nunca antes las Escrituras? Buscad al Señor pidiéndole sabiduría en cada emergencia. En cada prueba rogad a Jesús que os muestre un camino a través de vuestras dificultades; entonces vuestros ojos serán abiertos para ver el remedio y para aplicar en vuestro caso las promesas sanadoras que se registran en su Palabra. De este modo el enemigo no podrá conduciros al desaliento y la incredulidad; en cambio tendréis fe, esperanza y valor en el Señor. El Espíritu Santo os dará claro discernimiento para ver y apropiarnos de cada bendición que obrará como un antídoto para el dolor, como una rama sanadora para cada sorbo amargo que es acercado a vuestros labios. Cada sorbo amargo se mezclará con el amor de Jesús y en vez de lamentarnos con amargura comprenderéis que el amor y la gracia de Jesús están de tal manera mezclados con el dolor que éste se ha transformado en gozo santificado, sumiso y glorioso...

Cuando nuestro hijo mayor Enrique estaba a las puertas de la muerte, dijo: "El lecho de dolor es un lugar precioso cuando contamos con la presencia de Jesús". Cuando nos vemos obligados a beber de las aguas amargas, apartémonos de lo amargo y contemplemos lo precioso y brillante. Cuando el alma humana está sometida a pruebas, la gracia puede proporcionarle seguridad, y cuando estamos junto al lecho de muerte y vemos cómo el cristiano puede soportar el sufrimiento y pasar por el valle de muerte, reunimos fuerza y valor para trabajar, y no flaqueamos ni nos desanimamos en la tarea de conducir las almas a Jesús.

E. G. W.

ETERNA SOLUCIÓN PARA SUS HIJOS

Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. ( Heb. 7: 24-25.)

Se ha hecho toda provisión para nuestras flaquezas, se nos ofrece todo ánimo para que acudamos a Cristo.

Cristo ofreció su cuerpo quebrantado para comprar de nuevo la herencia de Dios, a fin de dar al hombre otra oportunidad. Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su victoria. Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra que él mismo se señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo. La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.

Cristo se entregó a sí mismo para ser nuestro sustituto y nuestra seguridad, y no descuida a nadie. Aquel que no podía ver a los seres humanos expuestos a la ruina eterna sin derramar su alma hasta la muerte en su favor, mirará con misericordia y compasión cada alma que advierte que no puede salvarse por sí misma.

El no mirará a ningún suplicante tembloroso sin levantarlo. El que mediante su propia expiación proveyó para el hombre un caudal infinito de poder moral, no dejará de emplear ese poder en nuestro favor. Podemos llevar nuestros pecados y tristezas a sus pies, pues él nos ama... El conformará y modelará nuestro carácter de acuerdo con su propia voluntad.

Todas las fuerzas satánicas no tienen poder para vencer a un alma que con fe sencilla se apoya en Cristo. "El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas" (Isa. 40: 29).

E. G. W.

¿QUE CLASE DE HERENCIA?

Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él? (Juec. 13: 12.)

Las palabras habladas a la mujer de Manoa contienen una verdad que las madres actuales harían bien en estudiar.

Los hábitos de la madre influirán en el niño para bien o para mal. Ella misma debe regirse por buenos principios y practicar la temperancia y la abnegación, si procura el bienestar de su hijos.

Si antes del nacimiento de su criatura ella es inestable, si es egoísta, malhumorada y exigente, la disposición de su prole llevará las marcas de su proceder erróneo... Pero si ella se adhiere a la verdad sin desviarse, si es amable, tierna y desinteresada, le dará a su hijo estos rasgos de carácter.

Tanto los padres como las madres están comprendidos en esta responsabilidad. Ambos padres transmiten a sus hijos sus propias características, mentales y físicas, su temperamento y sus apetitos... La pregunta de todo padre y madre debe ser: "¿Cómo obraremos con el niño que nos ha de nacer?' Muchos han considerado livianamente el efecto de las influencias prenatales; pero las instrucciones enviadas por el cielo a aquellos padres hebreos... nos indican cómo mira nuestro Creador el asunto.

La madre si ha de ser una maestra idónea para sus hijos, antes del nacimiento de éstos debe formar hábitos de abnegación y dominio propio; porque ella les transmite sus propias cualidades, sus propios malos o buenos rasgos de carácter. El enemigo de las almas entiende mejor este asunto que muchos padres. Presentará tentaciones a la madre sabiendo que si ella no lo resiste, el niño será afectado por esto. La única esperanza de la madre está en Dios. Debe buscar en él gracia y fortaleza. No buscará en vano esta ayuda; Dios la capacitará para transmitir a sus descendientes cualidades que les ayudarán a tener éxito en esta vida y a ganar la vida eterna.

E. G. W.

viernes, 17 de septiembre de 2010

¡CASI HEMOS LLEGADO!

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Juan 14.-3.

Han pasado más de mil ochocientos años desde que el Salvador dio la promesa de su venida. A través de los siglos sus palabras han llenado de ánimo el corazón de sus fieles. La promesa todavía no se ha cumplido... pero, no por eso es menos segura la palabra que ha sido hablada.

Cristo vendrá en su propia gloria, en la gloria del Padre, y en la gloria de los santos ángeles. Millones de millones y millares de millares de ángeles, los hermosos y triunfantes hijos de Dios, que poseen una. inconmensurable hermosura y gloria, lo escoltarán en su camino. En lugar de la corona de espinas, él llevará una corona de gloria: una corona dentro de una corona. En lugar de ese antiguo manto de púrpura, estará vestido con un ropaje del blanco más puro, tanto que "ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos" (Mar. 9:3). Y en su vestido y en su muslo habrá escrito un nombre: "Rey de reyes y Señor de señores" (Apoc. 19:16).

Cristo ha sido para estos fieles seguidores un compañero de cada día, un amigo familiar. Han vivido en una estrecha y constante comunión con Dios. Sobre ellos ha aparecido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Ahora se gozan en los refulgentes rayos del, brillo y la gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo, porque tienen el cielo en sus corazones. Con las cabezas levantadas, con los brillantes rayos del Sol de justicia refulgiendo sobre ellos, regocijándose porque su redención está cerca, salen en busca del Esposo, diciendo: "He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará"...

El tiempo de la demora casi ha terminado. Los peregrinos y extranjeros que durante tanto tiempo han buscado un país mejor, ya casi han llegado... "Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas Cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (2 Ped. 3:14).

E. G. W.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA SONRISA DE DIOS

La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella. Prov. 10:22

Ninguna cosa puede proporcionarnos verdadero bien sin las bendición de Dios. Lo que Dios bendice, está bendito. Por lo tanto "mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores" (Sal. 37:16).

Poco con la bendición de Dios, resulta más eficiente y se extenderá más. La gracia de Dios hará que un poco vaya hasta una gran distancia. Cuando nos consagramos a los asuntos del reino de Dios, él tendrá en cuenta nuestros asuntos.

El Señor nos ha concedido preciosas bendiciones en las sencillas flores de los campos, en la fragancia tan grata para nuestros sentidos. El ha dotado a cada flor de hermosura, porque es el gran Artista maestro. El que ha creado las hermosas cosas de la naturaleza, realizará cosas aun mayores por el alma. Dios es amante de lo bello y él adornará nuestros caracteres con sus propias ricas gracias. El quiere que nuestras palabras sean tan fragantes como las flores del campo. El nos ha dado bendiciones en la provisión diaria para nuestra necesidad física. El pan que comemos tiene sobre sí la imagen y la inscripción de la cruz.

Son realmente bendecidos únicamente aquellos cuya principal preocupación consiste en asegurar las bendiciones que alimentarán el alma y perdurarán para siempre. Nuestro Salvador nos dice: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mat. 6:33). Dios nos tiene en consideración y no se olvida de derramar sus bendiciones temporales sobre nosotros. Nuestro bien terrenal no escapa a la preocupación de nuestro Padre celestial. El sabe que tenemos necesidad de estas cosas... Cuando Dios sonríe sobre nuestros esfuerzos, eso vale más que cualquier ganancia terrenal.

Toda liberación, toda bendición que Dios ha concedido a su pueblo en el pasado, debieran mantenerse frescas en la memoria, como una segura promesa de futuras bendiciones más ricas y abundantes que él otorgará.
No hay límites a las bendiciones que es nuestro privilegio recibir.

E. G. W.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

EL REY VIENE

Una de las verdades más solemnes y más gloriosa que revela la Biblia, es de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar "en regiones y sombras de muerte", le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría en la promesa de la venida de Aquel que es "la resurrección y la vida" para hacer "volver al hogar a sus hijos exiliados".

La doctrinas del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido q
ue había de aniquilar el poder destructor de satanás y volverlos a llevar al paraíso perdido. . .Enoc, que se contó entre la séptima generación descendientes de lo que moraran en el Edén y que por tres siglos anduvo con Dios en la tierra, pudo contemplar desde lejos la venida del Libertador.

"He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos" (Jud. 14, 15, VM). El patriarca Job, en la lobreguez de su aflicción, exclamaba con confianza inquebrantable: "Pues yo sé que mi Redentor vive, y que en lo venidero ha de levantarse sobre la tierra. . . . aun desde mi carne he de ver a Dios; a quien yo tengo de ver por mí mismo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un extraño" (Job 19:25-27, VM).

Quiera el Dios de toda gracia iluminar de tal manera vuestro entendimiento que podaís discernir las cosas eternas, para que por medio de la luz de la verdad vuestros propios errores, que son numerosos, puedan verse tales como son, para que podaís hacer los esfuerzos necesarios para abandonarlos, a fin de que en lugar de este fruto malo y amargo, podaís producir un fruto precioso para vida eterna.

Humillad delate de Dios vuestro corazón pobre, orgulloso y lleno de justicia propia; Humillaos muy profundamente a sus pies; plenamente quebrantados en vuestra pecaminosidad. Dedicaos a la obra de preparación. No descanséis hasta que podáis decidir: Mi Redentor vive, y puesto que él vive, yo también viviré.
Si perdéis el cielo, lo perdéis todo; si obtenéis el cielo, lo obtenéis todo. Os ruego que no os equivoquéis en esto. Hay intereses eternos en juego.